Algunos no simpatizantes del Gobierno norteamericano habrán disfrutado los insultos del militar golpista Hugo Chávez al presidente Bush. Lamentablemente, no se percatan de que él insulta a cualquiera que se oponga a su "socialismo siglo XXI". Mientras descalifica a Fox, Alan García, Uribe y Lagos, ensalza a Husein, Gadafi, Mugabe, Kim Jong Il, Ahmadinejad y, desde luego, a Fidel Castro. Se hace eco de la absurda versión de que las torres del World Center fueron dinamitadas por órdenes del Pentágono y toma partido a favor del grupo terrorista Hezbolá. Se inmiscuye en las elecciones que realizan otros países y utiliza el petróleo como elemento de presión y compra de conciencias.
Si esa actitud la asume con dignatarios de países amigos, con los cuales se puede o no estar de acuerdo con sus políticas, imagínense las agresiones a los opositores venezolanos. Existen evidencias de que sus grupos paramilitares han asesinado a participantes en marchas pacíficas y que hay presos políticos y exiliados por hacer oposición democrática. Para muchos es difícil calificar la tendencia de Hugo Chávez. Para unos es alguien empeñado en corregir las diferencias sociales, que efectivamente existen en Venezuela. Lo perciben como un hombre de izquierda que quiere acabar con la pobreza.
Quizá la mayoría desconoce que la izquierda venezolana representada por intelectuales de prestigio, así como por gente que incluso participó en las guerrillas de los años sesenta, son acérrimos adversarios de Chávez, quien solo cuenta con un pequeño grupo de izquierdistas mediocres muy distantes de los progresistas Lula o Bachellet. Para algunos es solo un hombre autoritario.
Sociopatía. Algunos siquiatras consideran que Chávez, padece de una condición sociopática. No es un dictador como lo fue Pérez Jiménez, quien, a pesar de ser militar, no implantó un régimen militarista. Actualmente los militares tienen no solo copados los cargos públicos, sino que en toda la administración se aplica aquello de “superior que manda y subalterno que obedece”, no aceptándose ninguna disidencia, salvo una libertad de expresión en los medios de comunicación, la cual está constantemente amenazada.
En las pasadas elecciones parlamentarias la oposición se retiró por la parcialización del Consejo Nacional Electoral, por lo que todos los diputados pertenecen al oficialismo. Igualmente los tribunales, la Contraloría, la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo están en manos de incondicionales de Chávez, lo cual está conduciendo hacia un totalitarismo. En estas condiciones adversas la oposición decidió dar la lucha cívica electoral, seleccionando a Manuel Rosales, exitoso gobernador del estado Zulia, como candidato de la unidad opositora.
Desde luego hay otros candidatos, unos folclóricos, y otros que han sido lanzados por el régimen en previsión de que Rosales pueda eventualmente retirar su candidatura por el enorme ventajismo oficial.
La contienda será definitivamente difícil ya que el régimen incentiva las agresiones, pero, sobre todo, porque un régimen militarista no entrega el poder, aunque pierda las elecciones, salvo que exista una fuerte presión interna y externa. Los venezolanos estamos dispuestos a ejercerla. Ojalá los países demócratas del mundo entiendan que Chávez es un peligro para la libertad.