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Juan Pablo II, quien guió a la Iglesia Católica por 26 años, se convirtió en un símbolo de humanismo, compasión y solidaridad, que rebasó las fronteras de la fe y de la política para alcanzar un status ético que mereció el respeto de miles de millones de personas en los cinco continentes.
A partir de la honradez, transparencia y bondad de este extraordinario ser humano, es que ahora, gracias al esfuerzo conjunto de la Municipalidad de San José y la Curia Metropolitana, así como de empresas privadas, instituciones públicas y la sociedad civil, la memoria del "Peregrino de la Paz" estará permanentemente en un sitial de honor, junto a la Catedral, en el pleno centro de la capital costarricense.
Patrimonio de todos. Con este monumento, que convierte en patrimonio de todos y de todas el arte y la cultura, aquellos que sufren el inhumano e injusto azote de la pobreza extrema, la indigencia, las adicciones, la explotación sexual comercial, la violencia, la delincuencia y la pérdida de la dignidad, encontrarán un referente espiritual y moral que deberá inspirarlos para superar, con el apoyo de las diversas instancias de gobierno y de la sociedad en general, su situación, para convertirse, de una vez y para siempre, en personas plenas, sujetas de derechos y obligaciones, y con la posibilidad de desarrollarse integralmente para alcanzar su felicidad.
La estatua de Jorge Jiménez Deredia, artista, filósofo y humanista costarricense, que cuenta, entre otros muchos méritos de su trayectoria, con el hecho de que una de sus obras, San Marcelino Champagnat , sea la única realizada por un latinoamericano que se exhibe en la Basílica de San Pedro, y que, además, llegó a tener una relación humana y espiritual con el Pontífice, fue esculpida en mármol de la región italiana de Carrara, el mismo con el que figuras míticas del arte, de la talla del maestro renacentista Miguel Ángel, dieron forma a monumentos universales, como David o La Pietat .
Huella indeleble. Esos elementos, unidos a la particular visión cosmológica del autor, que reivindica a la esfera como un elemento precolombino que, a lo largo de la historia costarricense, condicionó una sociedad incluyente, son una garantía de la enorme calidad con la que el pueblo, la Iglesia y la Municipalidad de San José han querido rendir un homenaje al Papa viajero, quien visitó Costa Rica en 1983 dejando una huella indeleble en el corazón de todas y todos los costarricenses, al margen de sus denominaciones religiosas.
Ahora, como un homenaje al pueblo católico costarricense, este monumento le dará vida al corazón de la patria ya que, desde la visión de la imagen y de la ética, reforzará los programas de regeneración y repoblamiento del casco central josefino, que promueve la Municipalidad de San José con el fin de recomponer a la ciudad como punto de encuentro, vértice de integración de la diversidad y elemento de cohesión social.
“¡Levantaos! ¡Vamos! No tengáis miedo. Cristo está con vosotros”, es la invitación de Juan Pablo II a seguir adelante, sin importar los obstáculos. Como sociedad, las y los costarricenses tenemos la obligación de atender a esta hermosa instancia.
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