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Río Jiménez, Guácimo. Las autoridades y familiares temían ayer por la vida de una madre y su hija secuestradas la noche del miércoles en esta comunidad del Caribe por tres encapuchados armados con ametralladoras AK-47.
Sonia Beatriz Cordero Delgado, de 31 años, y su hija Mónica de los Ángeles Ugalde Cordero, de siete, fueron sacadas violentamente a las 6:45 p. m. de la casa de José Joaquín Cordero Umaña, padre de la primera.
Cordero fue sorprendido en la sala. Ahí mismo los delincuentes lo golpearon con la cacha de una de las armas en el pecho y lo lanzaron al piso.
"Venimos por Sonia, si se mueve lo matamos", gritó uno de los secuestradores mientras sus dos cómplices buscaban a la mujer y a su pequeña, a quienes encañonaron para llevarlas a empujones hasta el jardín y meterlas en un auto tipo pickup, conducido por un cuarto encapuchado.
De acuerdo con testigos, el vehículo, cuya matrícula nadie vio debido a la oscuridad, se enrumbó hacia fincas bananeras de este distrito de Guácimo sin que, avanzada la tarde de ayer, hubiera sido localizado.
Esperan comunicación. Agentes judiciales expertos en secuestros, enviados desde San José, se encuentran desde ayer en la residencia de las secuestradas a la espera de una comunicación de los plagiadores para conocer sus demandas.
Trascendió que los desconocidos llamaron en al menos dos ocasiones a familiares de las víctimas, pero no fue posible conocer sus pretensiones.
El director del OIJ, Jorge Rojas, informó por medio de su Oficina de Prensa de que no se revelarían detalles sobre el secuestro para no afectar a las dos rehenes.
La vivienda de la familia Cordero se levanta junto a un taller mecánico, en un sector de Río Jiménez donde, según vecinos, “se puede dormir con las puertas y ventanas abiertas porque no hay delincuentes y nunca se han robado nada”.
Trasplante de riñón. Ayer familiares revelaron que Sonia, a quien recordaron como una mujer “muy religiosa”, fue sometida siete meses atrás a un trasplante de riñón y desde entonces vive en casa de sus padres para que la cuiden “mientras se recupera”.
La mujer debe tomar medicamentos cada ocho horas, pero los delincuentes actuaron de manera violenta y, pese a sus súplicas, no le permitieron tomar las medicinas.
“Esa muchacha se puede enfermar por no tomar esos medicamentos en forma puntual”, advirtió su tía Marta Cordero, quien insistió en que “esto nos tiene a todos consternados”.
De la niña trascendió que goza de buena salud y cursa primer grado en una escuela privada de Guápiles, Pococí.
Las autoridades no realizaron ayer ningún desplazamiento por el cantón de Guácimo.
“Es como si la Policía no existiera, porque no se la ve por ningún lado”, dijo un vecino.
Al cierre de esta edición anoche aún se desconocían el paradero y la suerte de la madre y su hija.
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