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40 presos ticos piden terminar condenas en prisiones nacionales

Entre el 2005 y este año 20 presidiarios regresaron al país 13 de los nacionales condenados llegaron desde Panamá

A más de 5.000 kilómetros, la costarricense Ligia Naranjo Zúñiga ve pasar los días desde una celda en Boulder, un poblado al norte de Denver, Estados Unidos.
Prisionera entre muros de concreto y hormigón, esta joven –vecina de Moravia– lleva sobre sus espaldas el peso de una cuenta regresiva que se activó el 8 de setiembre. Ese día un tribunal estadounidense la condenó a 10 años de cárcel por agredir a un bebé.
También lejos de su tierra permanecen, en Guatemala, tres pescadores de Puntarenas detenidos con 125 kilos de cocaína en aguas de Pacífico.
El Juzgado de Primera Instancia Penal de Escuintla ordenó el encarcelamiento del capitán Norman Aguilar Solís, así como de los marinos José Aguirre Cardona y Álex Vásquez Díaz. Todos se abstuvieron de declarar.
En Perú, el cantante Wágner Ruiz Bolaños guarda silencio. Lo hace en la prisión de Callao –a unos 15 kilómetros de la capital–, presidio al que llegó a finales de enero tras caer en el aeropuerto de Lima con 107 óvulos de heroína en el estómago.
Así como ellos, decenas de ticos guardan prisión alrededor del mundo, pero ni la Cancillería ni el Ministerio de Justicia conocen, a ciencia cierta, su número exacto.
De los convictos nacionales solo conocen los casos de 40 que acudieron a Adaptación Social para solicitar su repatriación.
Esperan terminar en cárceles nacionales las penas que les impusieron tribunales de Estados Unidos, México, Panamá, Nicaragua, Venezuela, Holanda y España. Ellos, de acuerdo con Wálter Corea, del Ministerio de Justicia, han invocado convenios internacionales.
En contraste, otros 137 presidiarios extranjeros –condenados por delinquir en Costa Rica– quieren regresar a sus países para cumplir ahí sus sentencias.
Regreso a casa. La mayoría de los ticos condenados en el exterior cayeron por casos de narcotráfico que les significaron penas de entre cinco y ocho años de cárcel, según registros del Ministerio de Justicia.
En el 2005 autoridades foráneas entregaron a convictos costarricenses de México (1), Estados Unidos (2) Panamá (5) y Venezuela (1).
Este año han regresado nacionales que estuvieron en cárceles de Estados Unidos (3) y Panamá (8).
De este último país regresaron la noche del miércoles trasanterior cinco ticos, entre estos uno sentenciado a 13 años de cárcel por un asesinato. La entrega se produjo en Paso Canoas (frontera sur).
Además, ya está aprobado el traslado de un tico desde Nicaragua, así como el de otro detenido en México, quien debe cancelar una multa de $500 antes de su viaje.
"Este es un trámite entre estados. Ni jueces ni abogados particulares intervienen. Las convenciones (internacionales) son abiertas a cualquier tipo de delito, pero cada Estado es soberano y puede decidir si entrega a la persona o no", explicó Wálter Corea.
El funcionario destacó que ese trámite es gratuito.
Costa Rica tiene convenios de repatriación con Estados Unidos, Brasil, Chile, Venezuela, Nicaragua, Inglaterra, España, Francia, República Checa, Austria e Israel, entre otros. Con Asia y África no existe ninguno.
Rechazos. No todas las gestiones se concretan. Costa Rica no pudo repatriar a un nacional condenado en Panamá por “coyotaje” (tráfico de inmigrantes).
Al tico lo condenaron por esa actividad en el 2004 y para ese año en Costa Rica el tráfico de inmigrantes no se castigaba.
La repatriación estipula que el delito cometido por el presidiario debe estar contemplado en la legislación de los dos países.
Estados Unidos dijo no al pedido de envío de ocho convictos costarricenses; en sus resoluciones no ahondó en los motivos para rechazar la petición del país.
“No es necesaria una justificación. Igual nosotros hemos rechazado la repatriación de estadounidenses”, dijo Corea.
Guillermo Arroyo, director de Adaptación Social, indicó que cada caso debe someterse a un profundo estudio.
“No es un intercambio de presos, sino repatriaciones individualizadas. Uno es responsable de la condena que les impusieron; así no habrá impunidad”, concluyó Guillermo Arroyo.

  • POR Otto Vargas M.
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