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Iniciaba, nuestro país, la década de los 90 y yo tenía como un año de trabajar enLa Nación , cuando me pusieron, en el escritorio, una computadora. ¡Una computadora para cada uno de los empleados! El significado de ese acto iba más allá de facilitarnos la tarea, en realidad nos habían quitado el techo y nos dejaban ver el horizonte infinito que teníamos por delante.
Nos capacitaron a todos: jóvenes y viejos; graduados y no graduados. Los instructores (tal vez en ese momento no lo sabían) nos ayudaron a que cada uno construyera un andamiaje cognitivo, sobre el que se pudiera continuar el edificio personal del saber y de las habilidades que el futuro requería. Y a partir de ahí la empresa fue otra… y nosotros también.
Muchos participaron en la iniciativa de esta transformación empresarial, pero recuerdo, claramente, el liderazgo ejercido por el ingeniero Fernando Leñero, entonces gerente general. En sus conversaciones con los empleados nos hizo ver que el cambio no sólo era necesario, sino que podía ser fácil y bonito. Y aquí estuvo el secreto, todos quedamos convencidos de que lo podíamos lograr y así fue. La computadora en nuestro escritorio era una prueba más de que la empresa nos confiaba su futuro. ¡Qué más puede hacer un empleado que no sea responder bien ante tal gesto!
La semana pasada asistí a un seminario organizado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y muy bien liderado por nuestra viceministra de Educación, Alejandrina Mata, en donde nos expusieron los secretos del éxito de la educación en Finlandia (que, según los resultados de la Prueba PISA, posee la mejor del mundo). Todo lo que escuchamos, durante esos dos días, lo podríamos resumir diciendo que lo que aquí se hizo, en pequeño, al interior de cada empresa, allá se hizo a nivel nacional y hoy recogen sus frutos.
Conectividad total. Los expositores nos contaron que Fin- landia es una sociedad totalmente conectada y todos tienen acceso a tecnología de punta. También nos informaron de que los docentes son profesionales altamente especializados, tanto en su materia como en el manejo de las nuevas tecnologías, además poseen altas competencias lectoras y matemáticas y una excelente capacidad para escribir. Son muy estimados y muy bien remunerados. Claro que a las facultades de Educación solo ingresa el 10% de los aspirantes. Los finlandeses han puesto el futuro de su gente en las mejores manos, como tiene que ser.
Si bien el éxito de este país es la suma de muchas ingredientes, pienso que aquí ya contamos con condiciones suficientes como para dar otros pasos, que nos traerían mucho beneficio.
Por ejemplo, ahora que se piensa darle prioridad a la capacitación de los docentes, podríamos pensar en grande y crear unauniversidad virtual, especializada solo en estudios de postgrado enPedagogía en línea (muy distinta de una universidad a distancia), haciendo uso de las nuevas tecnologías y del acceso a conocimiento mundial, sin fronteras. Podría, esta especialización ofrecerse mediante videoconferencias (de nacionales y extranjeros), los correos electrónicos, loschats y losblogs.
La idea es que los docentes, que ingresen, puedan incorporar las novedades tecnológicas en el trabajo cotidiano de aula o, bien, atender, a tiempo, a aquellos estudiantes rezagados, diseñando, en unsalón multimedia y conjuntamente con ellos, experiencias de aprendizaje novedosas y efectivas (todo en línea) que les permita equipararse a sus compañeros, al mismo tiempo que continúan su año escolar. Al igual que en Finlandia, ningún alumno se quedaría ni abandonaría su grupo, los profesores de materia los evaluarían normalmente (como hacen ahora), solo que al notar, en algún estudiante, un bajo rendimiento en un tema o habilidad, lo remitiría, de inmediato, al docente del área, especializado en esta educación multimedia. Ya no tendríamos alumnos desmotivados y humillados porque repiten el año, como tontos absolutos. Con esto solucionaríamos este grave problema y, a lo mejor, el de la deserción, también. Este programa de especialización podría ofrecerse, inicialmente, a profesores que trabajan con sétimo año (el talón de Aquiles de nuestra educación).
Adecuación curricular. Es posible que haya que comprar equipo, facilitarle una computadora portátil, por lo menos a algunos docentes, y conseguir que todas nuestras instituciones educativas tengan Internet. Es posible que haya que aprovechar, fuera de horario escolar, los laboratorios de cómputo existentes y convertir las bibliotecas en verdaderos centros multimedia, en donde se pueda escuchar una video-conferencia de un profesor o de otro alumno, editar un programa, chatear con estudiantes de otro colegio, que llevan un programa similar y trabajar juntos. Podríamos motivar a los docentes interinos a llevar estos programas de especialización y después que concursen por una plaza en propiedad (ahora que se piensan sacar varios miles).
Otra ventaja de Finlandia, que nos puede servir, es que manejan poquísimos casos de adecuación curricular. Con esto de atenderlos a tiempo, usando métodos distintos y herramientas nuevas, muchas adecuaciones desaparecen.
Me contaba una profesora nuestra que ella atiende unos 400 alumnos, de los cuales 85 tienen algún tipo de adecuación, y debe llevar una especie de bitácora manual, diaria, de cada uno. Esto no suena a algo real. No puede ser que el porcentaje de personas, con alguna discapacidad, sea tan alto a nivel juvenil. Es posible que esto se haya convertido en una verdadera alcahuetería. A lo mejor algunos muchachos, un poco vagabundos e irrespetuosos, han sido calificados como hiperactivos y, por tanto, tienen derecho a una adecuación curricular (es decir, a aprender menos, a rendir menos y a recibir todo fácil). Estos casos hay que revisarlos y no veo tan difícil imitar, en esto, a Finlandia. Ahí todos los alumnos están en el sistema regular, en las aulas con los demás, incluidos los que sufren ceguera, problemas de audición, retardo, etc. Estos son los únicos que tienen adecuaciones curriculares y alguno que otro caso, muy calificado, que sufre algún problema porque pasa por una situación personal o familiar que le ha alterado su rendimiento.
Crear una institución educativa universitaria para cursos de postgrado en Pedagogía, especializada en el aprendizaje en línea y haciendo uso de tecnología de punta; asignar las nuevas plazas, en propiedad, solo a docentes altamente calificados y que, ojalá, se hayan especializado en este tipo de aprendizaje; nombrar profesores que saquen adelante a los alumnos rezagados, mientras siguen con su curso, en vez de que se queden o abandonen el estudio, y reducir, considerablemente, las adecuaciones curriculares son ideas que surgen de este seminario impartido por finlandeses.
La experiencia de cambio, que se dio en nuestras empresas en los años 90, nos demuestra que podemos arriesgarnos a incorporar más la nueva tecnología e involucrar, en el diseño de nuestro futuro, sectores sociales más amplios. Es verdad que los finlandeses nos llevan varios años, pero también es cierto que nosotros podemos apurar el paso.
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