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Para unos, ha sido un error garrafal romper relaciones diplomáticas con Taiwán y alejarse del dinero y la ayudaque ha dejado en el país. Para otros, lo es por aceptar la imposición de China, al que consideran el mayor depredador mundial (en todos los sentidos que permite la imaginación humana)Para muchos otros, es una virtud alejarse de quienes han pagado bastante del financiamiento político de la derecha en América Latina.
Creo que esta "jugada" política trasciende el ego presidencial y veo tres elementos: 1. Sí, la administración Arias toma la principal decisión en la agenda personal de Óscar Arias Sánchez, en su calidad de Premio Nobel, con miras a la ONU. En SU agenda había deudas y dudas antiguas contra Taiwán por no haberle cooperado en el caso de Haití en la recompra de deuda y por sus “prácticas” políticas, como Arias mismo ha dicho. En la agenda nacional había estado China agazapada en un segundo lugar comercial. Este es el acto “grande” de su administración porque el otro (prohibición total de las armas en Costa Rica) será de difícil realización pues no dependerá del Ejecutivo.
2. Así como se enfrentó a USA en los 80, Arias realiza un acto “mayor y significativo”. Con esto rompe como ayer cualquier mito sobre las lealtades diplomáticas y los intereses ticos de largo plazo. Con su decisión también es cierto que ha puesto a dudar a algunos de los “aliados” de Costa Rica en el tema del desarrollo. “¿Y si nos hacen lo mismo, después de ayudarles tanto?”.
3. Puesto que la izquierda y la derecha (con toda su pluralidad y fraccionamiento) han estado enemistadas durante los últimos años por el tema comercial del TLC, la administración Arias hace una “jugada”, que políticamente se verá si resultará magistral o errática, y ha puesto sobre la mesa un punto de acuerdo estratégico obligado para ambos grupos:
Con esta decisión se acerca de manera abierta a un país comunista, que resulta ser también el segundo socio comercial de Costa Rica (es decir, ni Cuba ni Venezuela) y la mayor parte de la izquierda y la derecha o celebran o se quedan callados porque: A. A muchos empresarios poco les importan ya el comunismo y los temas de derechos humanos, civiles y políticos en China, cuya resolución de todas formas dependerá del Gobierno chino y no de sus socios comerciales. Ellos quieren vender.
B. Buena parte de la izquierda ha criticado durante 63 años las relaciones con Taiwán, cuestionado el poco “beneficio” que se obtuvo y el financiamiento al PLN y al PUSC. Muchos de ellos enarbolan como bandera a la China capital-socialista, haciendo la vista gorda de los “pecados” humanitarios chinos.
En estos tiempos de TLC, en que la gente común algo ha oído sobre la inclinación depredadora china y que un TLC con ellos podría ser como vender el alma al mismitico Pisuicas, entonces se puede convertir en el “coco” que haga que algunos ticos indecisos consideren mejor votar sí al TLC con EE. UU.
Si bien este mandoble presidencial ha atraído el favor de enemigos coyunturales (PAC y Merino, por ejemplo), también es cierto que ha enojado mucho a aliados también coyunturales (PUSC, M. Libertario, por ejemplo) y a otros ciudadanos y grupos sensibles a temas humanitarios, ambientales y militares. ¿De cuántos votos a favor o en contra del TLC-EUA estaremos hablando? ¡Quién sabe! En la de menos, de justo lo que se necesita... para aprobarlo o rechazarlo.
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