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Nuestra región centroamericana se encuentra sitiada en medio de problemas estructurales comunes. 50 años de anhelada e infructuosa integración demuestra la lucha desigual que ha persistido para afrontar estas tareas inconclusas, que nos aquejan a todos los países por igual, pero en diferente intensidad.
La aguda e inclemente lucha que se libra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada, tiene a nuestra Centroamérica manos arriba y el sentimiento de temor e indefensión va creciendo de forma generalizada.
En este panorama, destaca la crítica y lamentable realidad de Guatemala, donde en las últimas semanas la situación empeora, al punto que el Gobierno ha tenido que optar por desplegar a sus fuerzas militares a la calle, una alternativa de último recurso y de sumo cuidado por las implicaciones que este tipo de medidas pueda conllevar.
Sin embargo, en medio de la convulsa realidad de seguridad ciudadana que vive esa nación hermana, persisten iniciativas que luchan insistentemente de la mano con las políticas que tratan de frenar las oleadas de violencia y zozobra. Son propuestas simbólicas que tienen una base sólida en los valores que han caracterizado a ese país en la superación de los peores episodios de su historia.
Acto simbólico. El acto protocolario del Cambio de la Rosa, es un verdadero homenaje a la lucha por recuperar y mantener la paz en Guatemala una vez concluido el conflicto armado que duró 9 largos años en la década de los noventa.
Cada día al ser las 11 de la mañana, una persona lleva el honor de realizar el cambio de una rosa blanca que significa la renovación de 24 horas de paz.
Es un acto solemne lleno de espiritualidad, donde se rinde homenaje a los héroes anónimos de la paz que sacrificaron sus vidas para que el odio nunca más reinara en esa nación.
El acto, que se realiza en el llamado Salón de la Paz del Palacio Nacional, es una réplica del grito constante de un pueblo que desea vivir en mejores condiciones y sobre todo en bienestar social.
Personalmente, tuve el privilegio de ser parte del grueso e importante número de personas ciudadanos guatemaltecos o extranjeros que renovamos el compromiso por Guatemala, haciendo el cambio de la rosa blanca y, siendo nombrados como "mensajeros de la paz", levantamos llamados de solidaridad para que los enemigos de la paz social en ese país hermano, no triunfen jamás, pero sobre todo para que no queden en el silencio o en el olvido por su responsabilidad.
En ocasión de este trascendente simbolismo y al conocer el cargo que el Sr. Francisco Dall'Anese ha aceptado como nuevo Coordinador de la Comisión Internacional contra la Impunidad de Guatemala –Cicig–, le solicito como costarricense y como centroamericano, que luche incesantemente contra los enemigos de la verdad, del bien y de la justicia; que persista en espíritu de lucha para devolver la confianza que se ha perdido y que su integridad nunca se vea socavada.
Un pueblo en Guatemala lo espera con la esperanza de que su rosa no se marchite y la luz del sol de la hermandad nunca muera.
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