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Una cosa es lo que deseamos que nos depare el futuro y otra muy distinta es lo que realmente creemos que ocurrirá.
En principio, los costarricenses expresamos optimismo con el siglo que hoy empieza pero cuando pensamos en realidades concretas afloran temores y contradicciones acerca de lo que será nuestra vida personal, de la familia, la comunidad y el país.
Así lo determinó una encuesta a profundidad encargada por La Nación a la empresa Demoscopía S.A. Se efectuó en la segunda semana de diciembre en el Valle Central, que incluyó entrevistas a 152 personas y tres sesiones grupales. (Vea recuadro.)
Al mismo tiempo que los entrevistados imaginan un futuro con mayor tecnología, gente altamente educada y con mayores posibilidades educativas, también avizoran más violencia, criminalidad y un mundo de grandes diferencias sociales regido por la consigna de "sálvese quien pueda".
La mayoría de los encuestados cree que la sociedad costarricense será más contaminada, más materialista y más afectada por el consumo de drogas, pero que también vivirá los beneficios de la tecnología e intentará rescatar valores tradicionales.
Hacer dinero y educarse serán los valores o conductas imperantes en la Costa Rica del futuro para casi la mitad de los entrevistados, pero también la fe y la corrupción (Vea recuadros).
En la comunidad prevalecerá el afán de progresar y el cuido de la naturaleza, pero también el individualismo y las murmuraciones.
Visión de corto plazo
De las reuniones con los grupos focales se evidenció que aunque los costarricenses aspiran a una reducción de la pobreza y de las brechas sociales, consideran que el mundo lamentablemente será más individualista y deshumanizado no porque lo quieran así sino porque asumen que así será.
"La especialización lleva a la competencia, la competencia induce a la necesidad de ser yo primero, y el resto no cuenta", dijo un participante; otro sostuvo que en la sociedad del futuro "el ser humano quiere seguridad, el otro ser humano es un estorbo".
Pero frente a ese panorama, la educación es considerada como la tabla de salvación personal que evitará a las personas sucumbir en la marginalidad. "El que no está preparado (con educación) es el que va a caer en la pobreza, y el que supuestamente va a caer en delitos más frecuentemente", expresó un entrevistado.
Del estudio se desprende que los costarricenses tienden a sentirse impotentes ante los cambios negativos que los afectarán y sin capacidad de poder hacer algo para evitarlo. No asumen una posición de cambio ni existe la concepción de que el futuro es lo que queremos que sea.
Otro rasgo llamativo es que la percepción del futuro de los ticos pareciera no superar el lapso de cinco o diez años y a menudo lo manifiestan como una simple proyección de su realidad actual: concluir una carrera, conseguir un trabajo, lograr que hijos e hijas terminen los estudios.
Al meditar sobre el futuro a más de 10 años plazo, lo hacen en una forma ideal y expresan opiniones optimistas, pero se les dificulta mucho pensar en términos concretos y cuando es así, suelen ser pesimistas.
Despertar triste
Si usted pudiera dormir 25 años, ¿qué desearía ver al despertar? "La familia", "un mundo más religioso", "paz en la tierra", "más tecnología", "menos pobreza" y "la naturaleza menos destruida", son algunas de las respuestas que dieron los encuestados.
Pero al variar la interrogante y preguntar ¿Cómo cree que será lo que verá en la calle?, las respuestas se modifican y no siempre con un tono positivo: "una sociedad con mucha tecnología", "la ecología estará muy deteriorada", "habrá violencia e inseguridad" y "el mundo estará superpoblado".
Aunque la tecnología es percibida como un beneficio del futuro también muchos piensan que será la culpable de los males sociales de los próximos años, aunque los opinantes no asocian directamente a las personas con los cambios negativos del futuro ni existe la conciencia de que se pueda hacer algo para evitar que los perjuicios sucedan.
Es como si los factores a los que se les atribuyen los problemas del siglo XXI, como "la tecnología" o "la competitividad", tuvieran autonomía e identidad cultural propia.
Para los encuestados, habrá tantas familias desunidas como tradicionales pero también una gama de variantes que serán muy normales (vea recuadro) y para más del 40 por ciento de los entrevistados dentro de ellas predominarán relaciones de negocio e interés, el amor, el libertinaje o la ayuda mutua.
Se percibe que el ser humano será egoísta e individualista, preocupado solo por destacar en un mundo competitivo, pero de nuevo los consultados lo imaginan como si se tratara de una entidad abstracta, sin relación con ellos mismos ni con sus hijos, los seres del futuro.
Por eso, aunque existe el deseo de convivir pacíficamente, sin violencia, con unión y amor familiar, no se asume responsabilidad respecto del ser humano que estamos creando o podemos crear los costarricenses.
Miedos latentes
¿Temores ante el siglo que hoy se inicia? El 60 por ciento de quienes fueron consultados reconoció tener algún tipo de miedo pero incluso muchos del 40 por ciento restante, expresaron algún tipo de preocupación sobre lo que será su vida, la de su familia, la comunidad y el mundo.
De la gran variedad de temores es posible establecer algunas categorías:
Los relacionistas, preocupados por un mundo menos comunicativo, más individualista y egoísta; los apocalípticos, con inquietudes concernientes a la guerra, hambruna, enfermedades y pobreza; los ecológicos, que temen un mundo más contaminado, y los teocráticos, que fijan su actuación en Dios pues solo Él conoce el futuro.
Otras categorías de temor son los necrófilos, caracterizados por la idea de que el fin del mundo vendrá pronto; el miedo por la autosobrevivencia intelectual, cuya ansiedad se centra en el riesgo de quedar relegados por no poder soportar la competitividad ni el ritmo del conocimiento, y finalmente el temor a la marginalización, presente en quienes ven en el porvenir un aumento de la pobreza ante el crecimiento dispar de la sociedad.
Educación primero
Frente a los riesgos de un mundo más competitivo y dividido, la educación formal es muy valorada y se le considera capaz de cambiar el futuro de las personas, mediante estudios universitarios y el aprendizaje de idiomas y sistemas computarizados.
Pero entre los entrevistados el concepto de educación no se extiende a la educación de valores, sino que se limita a una carrera profesional y a ir a la universidad para no correr el riesgo de ser marginados.
"La individualidad trae superación, no quiero decir que no me importe el resto de la gente, sino que yo sea yo, lo que yo quiero", expresó una de las personas consultadas.
Entre las realizaciones personales para el próximo siglo sobresalen los logros educativos, pero también viajar y lograr beneficios para los hijos. Como metas de la vida destaca la ilusión de ver a los hijos graduados, asegurar la vejez, salir de la pobreza y tener hijos y familia y los logros a que se aspira son tener un carro, poseer propiedades y casa, tener un trabajo, llevar una vida tranquila y feliz y ver a los hijos crecer.
La religión es otro tema en el que saltan contradicciones. ¿Será la sociedad del futuro más o menos creyente? Para unos, Dios estará más cerca porque el desarrollo científico y tecnológico abarcará espacios aún no imaginables que nos llevarán a Él, pero otra parte de los entrevistados -que predominó en las sesiones de grupo-opinó que los avances de la ciencia y la técnica y el crecimiento de la humanidad inducirán al ser humano a estar más atado a la materia y a ser menos espiritual.
En la encuesta, el 57 por ciento de los consultados estima que habrá menos fe en Dios pero el 43 por ciento está en desacuerdo con esa afirmación.
De igual forma hay posiciones encontradas acerca del futuro de la estructura religiosa, porque hay quienes consideran que la jerarquía ya no será necesaria y habrá una relación más cercana con Dios. Por ejemplo, uno de los participantes opinó que "la religión perderá vigencia o fuerza, la espiritualidad será más importante". Pero en forma opuesta un sector de los consultados considera que siempre deberán existir jerarquías para llegar a Él.
La comunidad, el país
¿Cómo ven los costarricenses a la comunidad del futuro? Para más del 40 por ciento de los entrevistados habrá una fuerte presencia de tugurios, poblaciones con un equilibrio entre avances tecnológicos y protección del medio ambiente pero también comunidades modernas con problemas ecológicos.
En este aspecto, en los grupos focales los investigadores identificaron tres corrientes: los primeros opinan que las comunidades serán una reproducción de lo actual, donde será notable tanto el incremento de la brecha social como el desarrollo; los segundos tienen una visión más ecologista, con un mayor equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, o bien, con una posición pesimista en la que predominará la contaminación.
El último sector, minoritario, tiene una imagen futurista y fantasiosa en la que en los pueblos y barrios predominará la tecnología, la ciencia y las telecomunicaciones.
¿Al terminar el siglo XX, cuáles aspectos de Costa Rica hubiera deseado que se resolvieran y no han sido solucionados? De una amplia gama de respuestas destacaron los problemas sociales, la mala situación económica, los malos gobiernos y la política, los problemas ecológicos y la violencia intrafamiliar.
Y si tuvieran la posibilidad de resolver los problemas nacionales, los costarricenses atenderían la pobreza, el problema de las drogas, los niños en la calle, la corrupción, la violencia y el daño al medio ambiente.
A los entrevistados también se les consultó sobre las características del líder político que necesita el país el próximo siglo y a esta persona la asocian con los rasgos de personajes como José Figueres Ferrer, Oscar Arias, el Papa Juan Pablo II, Rafael Angel Calderón Guardia o Franklin Chang, con las virtudes de la honradez, inteligencia, sinceridad, humildad y solidaridad.
Finalmente, ¿cuál animal representaría las propiedades de un líder? Las respuestas señalaron el león, la pantera y el tigre, porque representan poder, dominio, fortaleza y agresividad en la toma de decisiones. También se citó al perro, por ser guardián y fiel; una paloma, por ser el símbolo de la paz, y un caballo, por brioso y trabajador.
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