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Victorina sufrió una "eternidad"

Redactores de La Nación
La angustia duró 30 minutos, pero para doña Victorina Carrillo Carrillo, de 71 años, esa media hora se convirtió en una "eternidad".
Dos horas después de concluido el amargo episodio, y mientras permanecía en la sala de Emergencias del hospital San Rafael, de Alajuela, sus palabras salían entrecortadas y las manos le temblaban.
“¡Mire... para mí fueron como tres horas! Me acuerdo de que estaba acostada cuando oí que algo se cayó”, contó doña Victorina, oriunda de Paquera de Puntarenas y quien desde hace cuatro meses vive en la urbanización San Gerardo, en San Rafael de Alajuela.
Al principio creyó que el ruido había sido causado por niños o perros. “¡Qué susto me llevé al ver a ese hombre! ¿Qué está haciendo aquí?, le dije”.
“Quédese queditica o le meto el cuchillo, dijo y me lo puso en el pecho (el prófugo estaba de frente)”, añadió.
Luego, según narró, el sujeto revisó los cuartos para asegurarse de que no había ninguna otra persona y se paró en la cocina, mientras la seguía amenazando.
“Miraba la puerta de atrás (que estaba abierta) y la del frente (permanecía cerrada). En eso llegó un guarda y dijo: ‘si le hace algo, le meto un balazo’”, ralató la anciana.
Luego de varios minutos de incertidumbre –agregó– llegó otra persona que comenzó a hablar con el reo, momento que ella aprovechó para sentarse en un sillón de la sala.
Y mientras dentro de la vivienda se vivían esos momentos de dramatismo, fuera de la casa los familiares de doña Victorina también sufrían, según contó Iris Vado, una de sus hijas.
“Oí los disparos aquí, fuera de la casa, y le dije a mi esposo: ‘no salga’, y en eso dijeron que se había metido en la casa de mamá.
“Cuando lo sacaron, creo que yo estaba más agitada y más mal que mamá. Pero qué angustia...”.

  • POR Carlos Arguedas C. / carguedasc@nacion.com y POR Irene Vizcaíno / ivizcaino@nacion.com
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