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Es como una estrella con un vértice común: la Caja Costarricense de Seguro Social.
Así definió el viernes el fiscal general, Francisco Dall'Anesse, la investigación que se realiza en torno a presuntas compras y negocios anómalos efectuados en la entidad aseguradora en los últimos años.
Los operativos de ese día y otras acciones aún por venir generan confianza entre los costarricenses, quienes en diversas ocasiones y a través de las encuestas se han venido quejando por la impunidad que reina con los delitos de cuello blanco.
En el caso de la CCSS, las actuales indagaciones se orientan hacia múltiples hechos sospechosos: supuestos sobreprecios en la compra de medicamentos caros que están fuera de las listas oficiales (por ejemplo para tratar el sida y el cáncer), equipos médicos que se compran sin consultar a los hospitales sobre su verdadera utilidad y aparentes procesos licitatorios hechos a la medida de alguna casa proveedora.
Esto sin contar con el mal endémico de los "biombos" y sus padrinos en la Caja. Pronto el Ministerio Público debería entrarle a este asunto pues, al final de cuentas, ¿no forma parte de la misma estrella?
La magnitud de lo denunciado en la CCSS no parece obra de pocas personas. De allí la importancia de que el trabajo se haga de manera meticulosa y explorando todas las aristas posibles, incluso a eventuales actores ajenos a la propia institución.
El caso de la Caja, que el fiscal Dall'Anesse comparó con una estrella, bien podría ser una alerta para otras fulgurantes entidades públicas sobre las que ha habido dudas y críticas.
Basta con recordar los cuestionamientos al INS por sus manejos financieros y más recientemente el escándalo por la construcción de los ascensores panorámicos, cuyo costo pasó de ¢629 millones a ¢1.200 millones. O también las interminables inversiones de Recope en la refinería de Limón.
La veta es inagotable, pero la Fiscalía va en la dirección correcta.
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