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Venecia (San Carlos). Los sancarleños hablan de él con respeto. Lo admiran por su trayectoria de hombre de bien.
Le reconocen sus aportes al progreso del cantón sirviendo en organizaciones comunales como asociaciones de desarrollo e instituciones de beneficencia, y su constancia por la conservación de los recursos naturales.
Pero en la vida de Wilfrido Rodríguez Quesada, agricultor, productor de ganado y boyero, hay una faceta que propios y extraños resaltan: su pasión por la siembra de árboles.
Los primeros los plantó siendo alumno de primer grado de la escuela de su querida Venecia, donde nació hace 73 años.
Desde entonces ha sembrado miles y de muchas especies, tanto maderables como frutales.
"Es una costumbre que aprendí de mi padre, quien decía que plantar árboles era producir vida. Esto porque nos proveen de madera y frutas, nos dan sombra y hasta agua cuando los usamos para proteger las cuencas de los ríos y nacientes", cuenta don Fido , como cariñosamente se le conoce en el cantón
En su finca, situada en La Unión de Venecia, cultiva 100 especies maderables nativas, entre ellas, surá, níspero, manú, danto amarillo y caobilla.
En esa propiedad tiene árboles que sembró hace 45 años y que cuida como si se trataran de sus mejores vacas lecheras.
Anualmente, regala 5.000 semillas germinadas para que particulares o grupos conservacionistas las aprovechen. Hace pocos meses don Wilfrido sembró a la orilla de la vía pública, desde Los Negritos de Aguas Zarcas hasta Marsella de Venecia (unos 10 kilómetros), 160 frutales no tan comerciales, como cas, guayaba y zapote.
“Lo hice con dos intenciones: que los niños no pierdan la costumbre de subir a los árboles, pues ayuda al desarrollo físico, y para que consuman frutas en vez de comida chatarra”, explica.
Fido no piensa en el retiro. Está convencido de que su pasión le inyecta de vitalidad.
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