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Saprissa pasó por la calle de la amargura en su propio estadio. Cuesta ver a los morados tan empequeñecidos, tan humillados, tan inferiores en la Cueva .
Carmelita fue superior, porque no se resignó a asumir el papel de víctima y desde el inicio dejó claro que en su libreto también estaba previsto atacar.
Los morados perdieron la cabeza con dos expulsiones bien ganadas que terminaron de minar sus fuerzas y de permitirle a los carmelos tomar confianza.
Pero aunque quizás la superioridad numérica explique la diferencia tan abultada, lo cierto es que Carmelita iba ganando desde que estaban once contra once.
Gustavo Hernández se zafó de sus marcas y cazó una bola suelta en el área, antes de que se cumpliera el minuto diez. Sería la primera de muchas sorpresas.
Jairo Arrieta se hizo expulsar, probablemente en una de las acciones más decisivas del juego. Porque una cosa es recibir un gol empezando el partido, y otra batallar más de 60 minutos abajo en la pizarra y con uno menos.
Carmelita entendió que una oportunidad así no se presenta todos los días y antes del descanso se puso 2-0, con un contragolpe fulminante que de nuevo materializó Hernández.
Pero habría más para el segundo tiempo. De hecho, el sufrimiento morado apenas comenzaba.
Cambios. Para tratar de enderezar aquello, el técnico Hernán Medford recurrió a dos jugadores sin mayor experiencia: Édgar Greaves y Celso Borges.
Tal vez no era el partido ideal para incluir a futbolistas tan novatos. Aunque, repasando la banca tibaseña, salvo Allan Alemán (que entró después) y Try Bennett, no había muchas variantes ofensivas de dónde echar mano.
Pero aún con diez hombres, Saprissa no renunció al juego y creó algunas opciones que casi representan el descuento.
La realidad del partido cambió definitivamente con la falta karateka de Gabriel Badilla. Con nueve jugadores, y sin cambios para intentar recomponer algo, los morados terminaron de desdibujarse en la cancha y quedaron a merced del conjunto de la barriada.
En 12 minutos ya iban 0-4. La velocidad en el ataque volvió a darle frutos al equipo de Juan Carlos Arguedas, que obtuvo un marcador soñado ante el campeón.
Luego del empate en casa con Pérez Zeledón, el entrenador Medford pidió que sus rivales no lleguen a encerrarse al Ricardo Saprissa. Ayer se encontró con un equipo dispuesto a atacar cuando iban once contra once, y a terminar de divertirse cuando los morados quedaron con solo nueve.
El epílogo fue otro capítulo de violencia en la cada vez más grande historia de incidentes del Ricardo Saprissa. Un árbitro asistente recibió un botellazo y el juego se suspendió. Quedan siete minutos, más el descuento. ¿Habrá más goles?
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