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Washington. Muchos consideran que los atentados del 11 de setiembre del 2001 pusieron a prueba el coraje y espíritu de los estadounidenses. Otros, que fue la consecuencia lógica de una política equivocada hacia Oriente Medio.
Al margen de las interpretaciones políticas, lo cierto es que Estados Unidos cambió de forma negativa en los últimos cinco años. A pocas horas de conmemorase el quinto aniversario de los ataques vale la pena hacer un sencillo recuento de todo lo que se perdió en nombre de la guerra contra el terrorismo.
Hoy los estadounidenses de a pie observan atónitos cómo desde la tortura hasta el espionaje telefónico están permitidos.
Las detenciones de sospechosos de terrorismo son indefinidas y la mayoría de derechos civiles han sido relegados a un segundo plano sin importar las protestas de las organizaciones.
Pero no se trata solo de cambios. También hay que tener en cuenta las restricciones: ahora ni siquiera se permite a los pasajeros llevar una botella con agua para beber en el interior de los aviones. Las cremas, lociones y champús han sido prohibidos en los bolsos de manos ante el temor que sus envases puedan ser utilizados por los terroristas.
Los zapatos, corta uñas, tijeras, cintas aislantes, pañuelos, computadoras portátiles y hasta los encendedores son considerados como potenciales armas durante un vuelo comercial.
El tomarse una foto cerca de una base militar o una oficina federal podría ser considerado como un intento de espionaje.
Sospechoso. Dejar estacionado por varios días un auto en el aeropuerto implica cumplir con todo un trámite policial.
Los estudiantes extranjeros son interrogados sorpresivamente en los dormitorios de las universidades donde estudian e ingresar a las estaciones subterráneas del metro implica estar sujeto a revisiones sorpresivas.
En nombre de la seguridad nacional las autoridades federales se han arrogado muchos poderes e irrespetado otros derechos constitucionales.
En resumen, los estadounidenses hoy viven bajo el temor de un eventual ataque terrorista, lo cual hasta el momento les impide exigir un retorno al pasado de derecho en que vivían antes del 11 de setiembre del 2001.
A pesar de tantos exabruptos políticos, existen muchos que recuerdan con dolor a las víctimas caídas en el Pentágono y las Torres Gemelas.
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