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¡He ahí un hombre!

Polígono

Llegó a mis manos una carta firmada por Thomas Mann, el gran novelista alemán que nació en 1875, murió en 1955, fue autor, entre otras obras, de Los Buddenbrock , La montaña mágica , La muerte en Venecia y El doctor Fausto , y recibió el Premio Nobel de Literatura de 1929. No se trata de una misiva reproducida en un libro o una revista, sino de la auténtica hoja de papel que Mann colocó en el cilindro de una máquina de escribir y encabezó, cerca del margen derecho, con los 16 espacios siguientes: February 3, 1944. No aparece mención de lugar, pero, si mal no recuerdo, por aquel tiempo Mann, alejado de Alemania por causa de su oposición al nazismo, residía en California.
Puedo haberme equivocado en todo menos en la autenticidad del documento. Quizás el escritor manoseó la hoja solo mientras la firmaba tras haber dictado el texto a una asistente, tal vez su hija, que lo acompañó siempre. El caso es que, si bien la carta consta de apenas 25 líneas, y podría parecer trivial a simple vista, no puede uno menos que emocionarse al pensar en que este arrugado papelito, ligeramente roto en un borde, estuvo en manos del autor de José y sus hermanos , y que la firma fue calzada por el hermano de Heinrich, el otro Mann también exiliado por el nazismo y autor de El país de Jauja.
La carta iba dirigida a un costarricense nacido en Alemania, a quien –se infiere de la nota– alguna maledicencia le había endilgado la condición de nazi cuando, más bien, antes de abandonar Alemania, había sido un activo demócrata. Por ello Mann menciona el hecho de que el destinatario fue coeditor de la revista Das Nationaltheater y, a continuación, explica: "Recuerdo muy bien cuánto me impresionó por entonces el alto nivel de aquella publicación y que le expresé mi admiración a usted en persona y también en público. Sus esfuerzos y sus logros artísticos y sociales fueron muy apreciados bajo la República Alemana [de Weimar] y el hecho de que los nazis persiguieran y destruyeran su trabajo le hace honor a usted y constituye la mejor prueba de su oposición a aquellos que todavía se encuentran en el poder en Alemania, pero tengamos la esperanza de que ya no será por largo tiempo.
La convicción democrática de usted está más allá de la menor sombra de duda… Estas líneas van dirigidas a usted personalmente y a todas aquellas personas a quienes desee mostrárselas".
El ejemplar compatriota que recibió esta carta murió hace bastante tiempo. El testimonio de Mann equivale a lo que Napoleón dijo tras su encuentro con el poeta Goethe: “¡He ahí un hombre!”.

  • POR Fernando Durán Ayanegui /
  • Opinión
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