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Dayton, EE. UU. AP. Jesse Sullivan tiene dos brazos artificiales, pero puede subirse a una escalera en su casa y aplicar pintura con un rodillo. También maneja bien una máquina para cortar la hierba, e incluso ya domina algo más difícil: abrazar a sus nietos.
Los movimientos son coordinados y suaves porque su brazo izquierdo es un dispositivo biónico controlado por su cerebro. El da una orden mental como cerrar la mano y las señales eléctricas enviadas a través de nervios recanalizados quirúrgicamente lo hacen posible.
Los médicos describen a Sullivan, quien perdió los brazos en un accidente industrial, como el primer amputado con un brazo artificial capaz de responder a las órdenes del cerebro.
Con ánimo. Los investigadores alentan a Sullivan a no mimar demasiado a su brazo experimental.
"Cuando salí, me dijeron: no lo traigas de vuelta con apariencia de nuevo", manifestó Sullivan, de 59 años, con una amplia sonrisa en el rostro.
En ocasiones ha sido tan rudo con el brazo biónico que este se ha roto, como cuando le arrancó la parte superior al intentar echar a andar una podadora de pasto.
Eso impulsó a los investigadores a efectuarle mejoras, parte de una iniciativa del gobierno estadounidense para optimizar los miembros artificiales que conectan al cuerpo con la mente.
El Instituto Nacional de Salud respaldó la investigación, y recientemente se le unió la rama de investigación y desarrollo del ejército, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA).
“Unos 411 soldados estadounidenses en Iraq y 37 en Afganistán tienen heridas que les costaron al menos un miembro”, indicó el Comando Médico del Ejército.
Aunque los trabajos que desarrollaron el brazo de Sullivan precedieron a la investigación realizada por la DARPA, este dijo sentirse orgulloso de probar un brazo biónico que podrían usar los soldados. “Realmente no me siento superhumano ni nada por el estilo, sino feliz”, concluyó.
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