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A raíz del trágico accidente ocurrido en la carretera a Limón, se discute mucho en estos días sobre las causas del accidente, jornadas de 14 y 15 horas, dos y tres viajes de ida y vuelta a Limón, cansancio, estrés, etc.
Definitivamente, este país tiene memoria muy corta: hasta hace poco, la carga se transportaba, como se sigue haciendo en los países desarrollados, por tren. Teníamos dos con destino a los puertos del Caribe y el Pacífico; uno de ellos, maravilla de maravillas, usaba energía eléctrica limpia y barata, producida por nosotros.
No se hablaba de estaciones de pesaje pues los "camiones de carga" no podían exceder sus límites aunque quisieran; no destrozaban las carreteras y su circulación en las ciudades no causaba presas pues estacionarlos era relativamente simple y, para cruzar una esquina, no necesitaban dos y tres carriles. Para entrar y salir de las bodegas no paralizaban el tránsito por largos períodos.
Diversión y empleo. Como bono adicional, no había “tren a la tica” los fines de semana, pagadero en dólares, pues todos los días había trenes de pasajeros a ambos destinos; los “gallos” no los servían actores, sino gente del pueblo, que mejoraba así sus ingresos; no había trasbordo a un autobús en Caldera pues el verdadero tren costarricense llegaba hasta el puritico centro de Puntarenas.
Los trabajadores de esos trenes tenían horarios regidos por la legislación laboral, su patrono cotizaba a la Caja y, en general, todo parecía ser lógico y eficiente.
Entonces, ¿por qué se cambió eso? El Presidente de entonces decidió que ese tipo de transporte era ineficiente y lo clausuró.
Como por arte de magia, políticos-empresarios empezaron a importar cabezales, nuevas compañías para el transporte por carreteras aparecieron como abejones de mayo, las carreteras se congestionaron y se hundieron, y hubo necesidad de construir estaciones de pesaje –que nunca se permitió que funcionasen– e importar el costosísimo equipo, hoy deteriorado después de estar por varios años en una bodega.
Así pues, cuando hablemos de muertes y carreteras congestionadas, recordemos que, hasta hace muy poco tiempo, ¡las cosas eran mejores!
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