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El desafío del catolicismo

la Iglesia viró de una opción por los pobres durante los años 40, a una opción por la clase media

La sensibilidad religiosa ha cambiado significativamente en los tres últimos decenios. Se dice que las tres piedras fundamentales sobre las que descansa la religión son la autoridad, la tradición y la experiencia, pero el centro de gravedad se ha ido desplazando de la autoridad y la tradición a la experiencia.
Las dos corrientes espirituales típicas de la segunda mitad de este siglo, los Cursillos de Cristiandad y sus derivaciones como las Jornadas de Vida Cristiana y los Encuentros de Promoción Juvenil, por una parte, y el pentecostalismo, por otra, se caracterizan precisamente por la importancia otorgada a la experiencia religiosa.
Se puede aseverar, entonces, que la Iglesia viró de una opción por los pobres durante los años 40, a una opción por la clase media, concretada en la preferencia por los movimientos apostólicos al estilo de los Cursillos de Cristiandad y otros que procuran fuertes experiencias religiosas, pero que descuidan, contradictoriamente, la cuestión social. A medida que, por el influjo neoliberal y de la globalización, el Estado benefactor se hace insostenible, la Iglesia vuelve a tener el reto de los problemas sociales, pero ahora carece de una espiritualidad que conjugue el progreso de la justicia en este mundo con la salvación eterna.
El surgimiento del pentecostalismo es el fenómeno religioso más importante de la segunda mitad de siglo. Caracteriza a la espiritualidad pentecostal su experiencia religiosa, de acceso directo a Dios sin mediaciones sacramentales ni doctrinales, su apego a la liturgia festiva y rítmica y las sanaciones y otras recepciones gozosas y a veces discutibles de los dones del Espíritu Santo. Al pentecostalismo se debe el crecimiento de las iglesias protestantes, que ronda el 12 por ciento de la población, pues el protestantismo tradicional, de iglesias como la Luterana y la Metodista, no encontró suelo propicio (la presencia de la iglesia Anglicana, por otra parte, se debe a la migración jamaiquina).
El éxito pentecostal se mide cuando se considera que el movimiento católico de renovación carismática participa de ese mismo tipo de espiritualidad. Figuras como los padres Reinaldo Pol y Minor Calvo son inexplicables fuera de ese contexto.
Un posible riesgo de la espiritualidad pentecostal proviene de su desapego a realidades terrenas como la política, donde, sin embargo, se decide el bien común. En sus manifestaciones más extremas, esta espiritualidad, vehículo de las frustraciones de los sectores empobrecidos en lo económico y desarraigados en lo cultural, impreca por una segunda venida de Cristo que rapte a los elegidos poco antes de destruir este mundo de pecado. Como es notorio, las reformas sociales son indiferentes para esa mentalidad, dentro de la cual se hacía coincidir el fin del milenio con el fin del mundo.
El desafío básico
También el pentecostalismo, con su frialdad hacia lo racional y coqueteos con la religiosidad mágica, dificulta las relaciones entre la ciencia y la fe. La desconfianza posmoderna hacia la razón científica y tecnológica no debe alegrar a la iglesia Católica, que necesita de las ciencias sociales para realizar sus metas de justicia social.
Se puede asegurar que la instauración de relaciones armoniosas y equilibradas entre experiencia religiosa, tradición y autoridad, es el desafío básico del catolicismo en el siglo que recién comienza. En este nuevo siglo, la iglesia Católica de Costa Rica aprenderá a conjugar la experiencia religiosa con su tradición por las cuestiones sociales. Aprenderá que no basta su autoridad sobre asuntos de moral sexual y matrimonial, sino que deberá lograr que sus principios sean interiorizados. Aprenderá a convivir con las otras iglesias cristianas y con religiones orientales, amerindias y afroantillanas. En fin, es de desear que la institución aprenda de su pasado, reaccione ante su presente y sea capaz de honrar una vez más el espíritu esencial del cristianismo: su defensa de los pobres.
Esperemos nuevos panes de los molinos de Dios.
(*) Director Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión, UNA.

  • POR Miguel Picado G. (*)
  • Nacional