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Al cumplirse diez años de la Conferencia de Madrid para la paz en Oriente Medio y a tres años de suspendido el contacto entre Siria e Israel, la reciente negociación en Washington permite esperar la normalización de las relaciones entre ambos países y la estabilización de la región.
En diciembre de 1994, en Washington, Israel expresó la voluntad de entregar la Meseta del Golán y firmar acuerdos de seguridad, a la vez, Siria tenía como objetivo la recuperación de esa región para negociar.
En junio de de 1995, en Washington, en lo que se considera el mayor avance, Siria aceptó negociar, sin condiciones, para lograr la paz, normalización de relaciones y recursos hídricos.
En diciembre 1995 y enero de 1996 en Aspen, Estados Unidos, los contactos entre Siria e Israel permitieron avanzar sobre los temas a negociar en futuras rondas.
Así, los anteriores contactos permitieron fijar el interés de las partes para un futuro acuerdo y evidenciar que las principales contradicciones eran el cómo, cuándo y con quiénes negociar, lo que se logró superar en Washington en diciembre pasado.
Se prevé que para las negociaciones del 3 de enero próximo, consistirán en la discusión de tres elementos: el recurso hídrico, la Meseta del Golán y la normalización de las relaciones.
La cuestión del recurso hídrico implicará el acuerdo de la administración y uso del caudal del Río Banais y el Lago Tiberíades, ambos de vital importancia para el uso industrial, agrícola y doméstico de Israel y Siria.
La Meseta del Golán involucrará definir el proceso de retiro israelí de la región, la instauración de las fronteras alrededor del lago Tiberíades y acuerdos de seguridad militar mutua.
Finalmente, Israel y Siria deberán restablecer sus relaciones diplomáticas, vínculos internacionales en áreas de la comunicación, comercio, cultura con sus vecinos para contribuir a los imperativos de la seguridad regional.
La geopolítica regional
En el ámbito regional, el acuerdo sirio-israelí podría estabilizar la relación árabe-israelí, y por otro lado, acelerar la escalada de violencia de los grupos extremistas como el Hezbolá, la Jihad islámica y El Fatah, entre otros.
El rol geopolítico de Siria en la Liga ¡rabe y su influencia sobre Líbano, eventualmente, impulsará a los demás estados árabes a buscar acuerdos de paz con Israel y abandonar la política de 1974 de los "Tres No" (no paz, no negociación, no reconocimiento), sean estos bilaterales o en el seno de la Liga ¡rabe.
Además, el acuerdo sirio-israelí, en el cual se ha involucrado de lleno el actual Primer Ministro de Israel, Ehud Barak, quien insiste en que habrá que pagar un altísimo precio para lograr la paz, e incluso, otorgar tierras, fortalecerá las relaciones entre Turquía y el estado judío y permitiría un acercamiento entre Ankara y Damasco.
Dentro de este contexto, el gran perdedor sería Irán y su política de exportación de la revolución islámica a través de los grupos fundamentalistas opuestos al Estado de Israel.
Por otra parte, Líbano, bajo la presión de Siria y Estados Unidos, dejaría de brindar apoyo político y territorial a los radicales de Hamas y otras fracciones.
De ser así el posible escenario, la pérdida del espacio vital de los grupos radicales frente al avance del proceso de paz, podría impulsarlos a emprender actos terroristas y así legitimar su existencia, con el fin de consolidar su posición como grupos sociales.
Asimismo, es importante considerar la influencia de la política interna de los Estados Unidos sobre el eventual acuerdo sirio-israelí.
En virtud de la cercanía de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, es posible afirmar que Israel, Siria y la actual administración Clinton, estén pensando en una declaración de principios más que un tratado de paz definitivo que no será fácil.
Esta medida mesurada, además de mantener vigente el proceso de paz de Madrid, implica otorgar el margen de maniobra necesario al próximo presidente de los Estados Unidos para poder continuar o redefinir su política exterior hacia el Oriente Medio.
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