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Roma y otras procedencias. Juan Pablo II comparó la vida como una maratón, "en la que todos debemos participar, cada quien con su estilo y a su ritmo". Bill Clinton instó al pueblo norteamericano a compartir más sus sueños que sus memorias". Nelson Mandela encendió una vela en su vieja celda.
Así celebraron la llegada del nuevo milenio estos tres líderes mundiales, cada uno en su país.
"La vida es como una maratón: requiere esfuerzo y dedicación", expresó el papa Juan Pablo II a miles de competidores que aguardaban la señal de partida en la maratón anual de Roma, que este año fue anticipada para que coincidiera con el comienzo del milenio.
Desde la ventana de su oficina, el Pontífice observó la majestuosidad de la luz en la Plaza de San Pedro y al mediodía se asomó de nuevo para bendecir a los atletas.
En Washington, el presidente Clinton recibió el 2000 en medio de una multitud estimada en más de 100 mil personas en el centro de Washington.
En un discurso pronunciado desde un escenario construido sobre las escalinatas del monumento a Abraham Lincoln, Clinton pidió a los estadounidenses apreciar las conquistas del pasado y respetar los sacrificios de quienes las hicieron posible, pero los invitó también a soñar.
"Nuestros sueños deben ser más poderosos que nuestras memorias, dijo, porque cuando las memorias pesan más que los sueños nos hacemos viejos..."
El viejo líder encendió una vela en el centro de la celda en que lo enclaustró 27 años el antiguo régimen de segregación racial o apartheid.
El expresidente surafricano Nelson Mandela, seguido por mil millones de personas a través de la televisión, celebró así la llegada del nuevo milenio.
Otros personajes mundiales no contaron con suerte. El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, pasó una accidentada celebración de fin de año, en que quedó incomunicado telefónicamente, mientras que el lugar donde se encontraba, el fuerte Copacabana, se quedó sin luz durante siete minutos.
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