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Rusia despertó ayer en el nuevo año con la resaca del repentino relevo de Nochevieja en el Kremlin y jaqueca por las primeras advertencias autoritarias del presidente en funciones, Vladimir Putin.
En sus primeras 24 horas como jefe de Estado, Putin hizo honor a su aureola de "duro" ganada durante cuatro meses en el cargo de primer ministro, lanzó cuatro andanadas de fondo, voló por sorpresa a Chechenia y se amparó en sus aliados favoritos, los militares.
Pero sus frases categóricas y cortantes escondieron incluso más misterio del habitual y dieron pie a interpretaciones de que pudieran ser veladas críticas al expresidente Boris Yeltsin.
"Ahora tengo mayores posibilidades de trabajar sin histerias ni atolondramientos", dijo enigmáticamente Putin en Majachkalá, Daguestán, ante las tropas que combaten en Chechenia.
"Vuestra principal tarea es poner fin a la desintegración de Rusia", exigió secamente a oficiales y soldados, pese a que hasta ahora solo había hablado de "evitar" el declive del país.
El presidente en funciones, quien viajó al frente sólo 12 horas después de asumir el poder constitucional de jefe de Estado por la repentina dimisión de Yeltsin, pasó la Nochevieja y brindó con champán a bordo de un helicóptero militar.
A falta de periódicos por la fiesta de Año Nuevo, la agencia oficial Itar-Tass difundió repetidamente el mensaje de Nochevieja del presidente en funciones, con un párrafo especialmente grave.
De raíz
Putin felicitó a los rusos con estas palabras: "Quiero advertir de que todo intento de quebrantar la legislación y la Constitución de Rusia será cortado de raíz. Por favor, tomen nota de que no ha habido ni habrá un minuto de vacío de poder en el país".
El Presidente dijo que el estado garantizará las libertades de culto, expresión y prensa durante los tres meses que según la Constitución estará interinamente en el Kremlin, hasta las elecciones previstas para el 26 de marzo.
En sus cuatro primeras intervenciones públicas, tras reunirse con el Gobierno y el Consejo de Seguridad, en el mensaje a la nación y en su arenga a las tropas, Putin desplegó un aire de mayor autoridad que la exhibida desde su nombramiento como primer ministro en agosto de 1999.
Proclamó que "Rusia no cambiará su rumbo" en política exterior y exigió al Gobierno "trabajar con mayor intensidad" hasta las elecciones de marzo, en las cuales él es el candidato favorito.
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