Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
Cuando se incorporó el árido y despoblado territorio de Arizona a la Unión Norteamericana a inicios de siglo, el flamante Senador del nuevo estado cerró su primera intervención en el Congreso exclamando que lo único que su querida tierra requería para convertirse en el nuevo paraíso terrenal era mucha agua y gente buena. Poco tiempo después, un colega suyo de Nueva Inglaterra le hizo ver, con todo el respeto del caso, que lo mismo cabría decirse del infierno. De igual manera nos correspondería preguntarnos: ¿Qué necesita Centroamérica para el logro de su desarrollo humano?
¿Por qué es Costa Rica diferente, en lo que respecta a su nivel de desarrollo político y social, en comparación con sus vecinos centroamericanos? Existen razones históricas ligadas a las características del proceso de colonización de nuestra tierra, pródiga en bellezas naturales pero pobre en metales codiciados y escasa de pobladores autóctonos. En consecuencia se produjo una migración muy selectiva de hombres y mujeres sencillos, amantes del monte y de la soledad, que buscaban solo lo que todo campesino sueña por tener: tierra, semilla y paz para sembrar. Desde este ese humilde origen se tejió el rico mosaico de nuestra idiosincrasia nacional.
Miseria e injusticia. ¿Por qué prevalece en el resto de la fenecida Capitanía General una situación tan flagrante de miseria e injusticia? ¿Acaso las condiciones naturales, culturales, &étnicas son tan diferentes como para justificar la persistencia de un estado de la región tan deprimente como el que acaba de describirse en la última publicación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo? La lista de estadísticas citadas por el informe es larga y no por familiar, menos urgente: un tercio de la población centroamericana carente de servicios de atención médica básica, dos tercios sin agua potable, la mitad subempleados u ocupados en la economía informal, un 30 por ciento analfabetos, dos tercios sumidos en la pobreza extrema. Un angustioso retrato.
Al final de tres décadas de guerra civil en el istmo y de intromisión constante por parte de los protagonistas de la Guerra Fría, un producto tangible del conflicto ha sido el consenso generalizado sobre los enormes beneficios que comporta la democracia representativa para dirimir los conflictos y equilibrar los intereses de todos los sectores de la nación, y el reconocimiento de que la economía de mercado es el camino más eficaz para el crecimiento sostenible de la base material necesaria para el desarrollo humano a largo plazo.
Izquierda y derecha. Dentro de este marco consensual, que no es exclusivo de Centroamérica, las derechas e izquierdas han debido redefinir sus agendas y raison d'etre . El filósofo político italiano Norberto Bobbio ha asegurado que la única diferencia significativa entre ambas posturas en el nuevo mundo globalizado y unipolar es la opción por la equidad, por la justicia social como norte de la actividad política. Una posición privilegia el crecimiento económico y la libertad de mercado como los medios más efectivos para el logro del desarrollo humano.
La contrapartida insiste en que se requiere una vigilancia estrecha y eficaz por parte del Estado y la sociedad civil para asegurar que el mercado no conduzca a la profundización de la polarización económica y social. Si alguna enseñanza nos ha legado la primera década posterior a la Guerra Fría, es, precisamente, la de la necesidad imperiosa de aparejar el dominio del mercado en la esfera económica con el fortalecimiento de las instituciones públicas y de la gobernabilidad.
Es aquí donde podemos encontrar respuestas para Centroamérica. Invertir en la salud y la educación, en la creación de fuentes de trabajo y, sobre todo, en la consolidación de efectivas formas institucionales de articulación armoniosa del Estado, la sociedad civil y el sector privado, han sido piedras angulares que Costa Rica ha levantado ya por varias generaciones. El nivel relativamente alto del desarrollo humano de nuestro país ha sido el fruto de años de cuidadosa irrigación del capital humano y social de la nación.
Parodiando a los senadores de mi historia, podríamos reiterar que el logro de la abundancia de agua y de gente buena es una tarea que nunca termina. Cada nueva generación deberá asegurarse de que sigan brotando los manantiales de equidad y desarrollo humano.
(*) Director División de Salud y Desarrollo Humano OPS
Este documento no posee notas.