Abrir Noticia Guardar

Plaga bendita

Un sábado del año pasado, poco después del mediodía, me encontré en San José con un grupo de jóvenesÖpero no, no eran lo que usted está pensando: chapulines.
Habían caído como bendita plaga en los alrededores de Monumental y estaban, ¡oh belleza!, barriendo y recogiendo basura. De momento pensé que serían empleados municipales, pero no tenían uniforme.
Como me llamó tanto la atención su proceder, decidí averiguar quiénes eran. Me acerqué a uno de ellos y le pregunté; me contó que el grupo, de unos 200 jóvenes, pertenece a la Iglesia Oasis de Esperanza.
Una vez al mes, entre las 9 a. m. y la 1 p.m. se reparten por el centro de San José y realizan diferentes actividades: preparan comida para indigentes, recogen basura de las calles, presentan obras de teatro en la Plaza de la Cultura, el Parque Central y el de La Merced con el objetivo de ayudar al prójimo y llevarle el mensaje del Señor traducido a hechos y palabras.
Hasta donde sé, nadie los ha entrevistado para dar a conocer su trabajo. Pero a ellos eso no les preocupa; están contentos con realizar labores que redunden en bien el alma y del cuerpo. Saben que las semillas que hoy siembran, a su tiempo darán fruto y este será bueno. Sin embargo, para hacerles justicia, creí conveniente que todo el mundo se enterara de lo que hacen. A menudo somos dados a destacar únicamente lo negativo de otros, especialmente de los más jóvenes. Creo que ya es tiempo de valorar cada granito de arena aportado por unos para el bienestar de todos.
Hermoso ejemplo el de estos muchachos, con edades entre 14 y 30 años. Igual que ellos, en cada comunidad se pueden organizar los estudiantes y otros jóvenes para realizar tareas semejantes. Gente como estos jóvenes de Oasis de Esperanza es la que estamos necesitando; gente que no se averg,ence del trabajo sencillo, no cese de hacer el bien, sea luz en la oscuridad y sal en la tierra; en síntesis, convencida del significado de ser hijos de Dios: amor y acción.

  • POR Ligia Hernández
  • Opinión