El papa Juan Pablo II bautizó ayer a 18 bebés que lloraban, gemían o simplemente durmieron durante el bautismo colectivo en la Capilla Sixtina.
Familias de Europa y de las Américas se congregaron en la recientemente restaurada y brillantemente iluminada capilla para el bautismo múltiple, un acto tradicional de conmemoración del bautismo de Jesús en el río Jordán.
Inclinado sobre la pila bautismal, el Papa derramó agua bendita de un caracol de oro sobre las pequeñas cabezas de ocho niñas y 10 niños que reposaban en brazos de sus padres.
Con el fondo de los frescos de Miguel Ángel que decoran la Capilla y entre chupetes y biberones, los pequeños aguantaron sin apenas llanto la larga ceremonia.
Entre los niños estaba la brasileña María Theresa Cunha Penido van Erven y el estadounidense Alberto Coles Vollmer, a quienes sus madres sujetaron en brazos mientras el Pontífice les hacía la señal de la cruz antes de echar sobre su cabeza el agua de la pila bautismal.
"Ojalá que estos pequeños crezcan en la fe que hoy les recibe", explicó el Pontífice, exhortando luego a los padres a ser buenos ejemplos para sus hijos.
Invitó, además, a los fieles presentes a recordar el nacimiento de Jesús, cuando se cumplen 2.000 años del hecho y a hacerlo en el marco de las celebraciones por el Jubileo que comenzó el pasado 24 de diciembre.
Los bebés eran de España, Brasil, Estados Unidos, Suiza y de diversas partes de Italia.
Hermanos y hermanas mayores de los bautizados acompañaron a los bebés hasta la pila, y el Papa de 79 años les acarició las cabezas o los rostros.
La ceremonia se realizó bajo los frescos de Miguel Ángel, Botticelli y otros grandes maestros pintores de la antigüedad, cuyas obras fueron calificadas por el Papa de "estupendas obras maestras de arte".
"Es especialmente evocativo dar el sacramento del bautismo en esta Capilla Sixtina, en que estupendas obras de arte recrean para nosotros las maravillas de la historia de la salvación, desde los orígenes del hombre hasta el Juicio Final", manifestó el Papa, quien lucía cansado.
El mes pasado, Juan Pablo inauguró la restaurada capilla después de un proyecto de dos décadas en que se limpiaron los frescos más preciados del mundo.