Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
En las economías de los países las expectativas juegan un papel importante. Si se piensa que habrá una devaluación fuerte, las empresas y las personas empiezan a accionar, de manera que aún antes de que ocurra lo esperado, el solo hecho de esperarlo, produce efectos reales. Si nos anuncian una rebaja en el precio de algún bien pero tenemos la expectativa de que habrá otras reducciones, no compraremos hoy sino que esperaremos las próximas reducciones. Cuando el exportador piensa que habrá dificultades para exportar, aplaza sus proyectos, reduce la adquisición de materias primas, deja de contratar personal. Todavía no se reducen las exportaciones, pero la expectativa de que lo hagan ya estará produciendo efectos reales perjudiciales.
Hay algunas expectativas que nos permiten convivir. Una es la expectativa de cumplimiento que da base a la confianza. Le encargamos algo a alguien y esperamos que lo cumpla. En eso consiste tener confianza. O le confiamos algo a alguien y esperamos que sea leal. Y otra que es muy básica: nos intercambiamos mensajes con la expectativa de que nos estén diciendo la verdad. Cuán costosa sería la convivencia si a cada afirmación de nuestro interlocutor tuviéramos que someterla a prueba para ver si es verdadera .
La persona madura tiene expectativas razonables. Lo que se denomina experiencia es en parte la capacidad de saber qué se puede esperar y qué no y eso permite transitar por la realidad con la conciencia de que hay incertidumbre pero que muchas cosas son predecibles. De niños teníamos temores de que algo catastrófico podría ocurrir. Como adultos sabemos cuáles cosas no debemos esperar, aunque de pronto ocurre lo inesperado y conmueve toda nuestra manera de relacionarnos con el mundo. En este periódico el pasado martes se mencionó la inexperiencia que tienen los presidentes y gerentes de empresas respecto a una situación como la que se está viviendo en los Estados Unidos. Se dice que esta situación no se puede comparar ni con la Segunda Guerra Mundial. Después de lo que ha ocurrido deberá pasar algún tiempo antes de que se vuelva a tener expectativas positivas. Es algo análogo a lo que sucede en estos países sísmicos, que cuando ocurre un enjambre de temblores suspendemos la expectativa de que el suelo siempre esté quieto y empezamos ante cualquier vibración a pensar que tiembla de nuevo. Temporalmente desaparece la expectativa de estabilidad del suelo, hasta que la lejanía de los temblores nos devuelve la vieja confianza.
Cuanto más pronto podamos volver a esperar que las cosas mejorarán, más pronto eliminaremos la influencia que las expectativas tienen sobre la realidad. Aunque esto no es un ejercicio de sugestión. No se trata de esperar insensatamente que las cosas van a mejorar. Las expectativas fantasiosas son una manifestación de inmadurez. Quienes compran lotería saben que tienen una posibilidad de ganar y muchas de no ganar, pero no es extraño encontrar personas que hacen planes cuyo éxito depende de expectativas tan improbables como pegar la lotería.
Este documento no posee notas.