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Este año crucial

Que se oiga el clamor del pueblo

El encuentro de civilizaciones y culturas que constituye esencialmente la cada vez más extendida y difícil mundialidad rebasa con mucho los intereses mercantiles globalizadores que la precedieron. Producto de los nuevos medios de producción económica –la tecnología de punta y la ciencia pura contemporáneas–, esos intereses mercantiles continúan pugnando por asentarse en todas partes.
A la par de la expansión de la economía capitalista, los ensayos de soluciones internacionales extrapoladas vuelven sobre sus pasos fracaso tras fracaso, pero dejan a menudo una estela de oportunidades perdidas y destrucción, como ha sucedido recientemente en Argentina. Esto significa que no termina de consolidarse un medio apropiado a las demandas de justicia social, igualdad de oportunidades, bienestar y libertad para todos los seres humanos, pese a la derrota de los más fuertes rivales del capitalismo crudo. Mientras tanto, muchas naciones asentadas en medios naturales vastos y ricos no consiguen desarrollar pujantemente la calidad de vida de sus habitantes y muestran un complejo social fragmentado por la oposición de riqueza en pocas manos y miseria en muchas.
Argentina y Suiza. La crudeza de las necesidades básicas, modificadas e incrementadas por los costos de la educación y el desarrollo científicos en esta nueva Edad del Electrón, ahonda la distancia entre los pueblos, divididos por causas económicas, políticas y sociales. La dura conmoción vivida por Argentina en los últimos días del año viejo, nos muestra una vez más el distanciamiento de tantas naciones latinoamericanas –donde el caos ahonda los problemas sociales, agravados por la corrupción y los malos manejos de las cosas públicas– y aquellas naciones que se han organizado sobre una sólida base social y donde los habitantes trabajan solidariamente por la supervivencia y el bienestar comunes, como ha sucedido históricamente entre los suizos, sometidos allí los poderes públicos al fuerte poder contralor de la base ciudadana. La globalización del mercado y la industria, y, sobre todo, la incipiente civilización mundial permitirían una grandiosa expresión de las virtudes y destrezas nacionales diversas si las oportunidades que ofrecen la ciencia, la tecnología y la educación se expandiesen democráticamente y se abrieran igualmente para todos.
Pero la ausencia de controles fuertes, el asalto a la hacienda pública, el irrespeto a la sociedad, los manejos turbios de los malos gobiernos, las desigualdades distributivas y la ruinosa ineficacia aplastan estas oportunidades y arrojan a los pueblos al atraso, al atascadero, al malestar general. Todo esto es sobremanera preocupante en el momento actual cuando el terror y la guerra que se han manifestado crudamente conforman la parte oscura y pesarosa del nuevo siglo. Sin embargo, en este momento crucial se mantienen sólidos y firmes aquellos pueblos en que el trabajo serio y responsable gobierna, y gobierna bien porque trabaja duramente el pueblo y porque este exige que sus gobernantes trabajen con responsabilidades, obligaciones y sacrificios idénticos.
Nuestra voluntad. Y crucial es para nosotros este año electoral, en que por voluntad propia decidiremos nuestro porvenir común, en medio de la severa situación mundial que nos envuelve.
Todo esto nos mueve a observar con sumo cuidado la situación de las naciones en donde se ha desoído el angustiado clamor del pueblo, y todo nos conduce a la necesidad de afianzarnos en nuestras virtudes republicanas para corregir a tiempo la irresponsabilidad, la superficialidad, la impunidad, el descontrol y los errores que nos pueden conducir a un hundimiento sumamente peligroso. Año nuevo crucial, hora de vencer los atávicos miedos al compromiso con el trabajo público y la gestión ciudadana, hora de aplicar nuestras capacidades al grado máximo y construir un porvenir adecuado para nuestros niños y jóvenes, hora de decidirnos por la justicia del bienestar nacional, hora de la confirmación de nuestra propia dignidad.

  • POR Fernando Leal
  • Opinión
Capitalism
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