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Alemán: sed de poder

Dentro de nueve días, Nicaragua estrenará presidente. Enrique Bolaños llegará al sillón gracias a una sólida e inapelable victoria en las urnas.
Esto es muy positivo, por cuanto no deja ninguna duda sobre la legitimidad y legalidad del mandato que el pueblo le confirió el 4 de noviembre.
Sin embargo, entre los muchos desafíos que afrontará quizás tenga que añadir uno que podría complicar más su gestión: la ambición de poder –desmedida y descarada– de Arnoldo Alemán.
Y es que este se apresta a hacer hasta lo imposible para obtener la presidencia de la Asamblea Nacional, para desde allí controlar la bancada del Partido Liberal.
El diario La Prensa ha revelado las intenciones de Alemán, y Bolaños no ha ocultado su incomodidad e inquietud por tales planes.
La posibilidad de que Alemán, con su actitud, se erija como el primer opositor no es nada lejana en tanto que el nuevo mandatario cumpla con su promesa de imponer su estilo y no ser una simple correa de transmisión.
Si eso sucediera, sería muy dañino para un país al que le urge transitar por caminos de estabilidad política, muy necesaria para emprender la recuperación de una economía que ha subsistido gracias a la caridad internacional.
Aparte de las constantes dudas sobre el rápido aumento de su patrimonio particular, el gobierno de Alemán será recordado por sonados casos de corrupción y el desvío de la atención interna fabricando roces con países vecinos.
Todo ello mientras miles de nicaragüenses son expulsados de su tierra por el hambre y la miseria, pese a ser quizás el país más rico del área.
Ojalá Bolaños cuente con el apoyo necesario para conjurar el apetito de protagonismo de quien, como Somoza u Ortega, ve en el poder un fin en sí mismo para su provecho.

  • POR Víctor Hugo Murillo S. / vhmurillo@nacion.com
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