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Héroe del futbol metido a político

Lato fue el gran alero derecho de los polacos, en los años 70 y 80

Varsovia. Aún cuando no fue olvidado, nunca se perdió de vista a Grzegorz Lato en estos últimos años. Este hombre no tiene el carácter extrovertido de Zbigniew Boniek, el talentoso astro de la Juventus, hoy vicepresidente de la Federación Polaca de Futbol; ni la facilidad de palabra de Jan Tomaszenski, el arquero del gran equipo de 1974, "la gran bocota" de Polonia. Fuera del estadio, Lato se queda a menudo en la sombra, prefiriendo afirmarse sobre todo en la cancha donde jugaba siempre un papel protagónico. Diecinueve años después de esos grandes logros en el Mundial España 1982, se vio a Grzegorz Lato, de traje entero, prestando su juramento.
Porque ahora se lucirá en un papel protagónico desde un nuevo sitio. El antiguo exinternacional acaba de convertirse en uno de los 100 senadores de la República de Polonia, elegido por cuatro años.
En la región de donde es originario, el sureste de Polonia, ya jugó su primer encuentro "político" con resultados favorables. Obtuvo un total de 137.000 votos a su nombre, tres veces más de lo conseguido por el que le seguía en la contienda.
"La vida política nunca me había interesado. Aunque no soy miembro de un partido político, los representantes de la izquierda me buscaron para proponerme un escaño en sus filas. En mi región nunca había habido un senador de la izquierda; entonces, con mi elección, se aseguraban la oportunidad de luchar en dos frentes", contó Lato al día siguiente de los comicios.
De ahora en adelante, Lato forma parte de la Comisión del Deporte y de la Cultura Física, y su tarea, en la coyuntura ecónomica actual, no será de las más fáciles.
Libre de todo compromiso adicional, y manteniéndose en lo económico de lo que pudo ahorrar en su larga vida futbolística, el senador devengará por mes un salario de $2.853 (¢972.873), abrió dos oficinas en su región e inició la vida de un político.
"Quiero que exista en la campiña polaca un gimnasio para cada escuela. En la actualidad, hay un gimnasio para cada tres centros educativos y eso a mí no me parece conveniente. También quiero luchar para que los jóvenes que terminan sus estudios, puedan comenzar con un trabajo y no se tengan que enfrentar a la desocupación".
Su programa no es muy original, y no será fácil de negociar ni de realizar. De esto está consciente, pero tiene mucha fe.
Campeón olímpico
Con sus cabellos llenos de colochos que ahora han sido reemplazados por una frente más pronunciada, el senador fue uno de los más maravillosos aleros derechos de la historia del equipo polaco y uno de los más rápidos futbolistas de los años 70.
La gran comunicación y relación con sus compañeros en esa época, los inolvidables Kazimierz Deyna, Andrzej Szarmach y Robert Gadocha, hacían que los resultados fueran magníficos. Juntos formaban el más hermoso equipo nacional que la historia del futbol polaco haya conocido.
A sus 22 años se consagró como campeón olímpico en Munich (1972), "aún si no jugué más que 45 minutos frente a Dinamarca", recuerda Lato. Cuatro años después, en Montreal 1976, se llevó la medalla de plata, "lo que constituyó para todos nosotros una gran desilusión".
Dichosamente para él, su historia no había terminado aún. Fue en la Copa del Mundo que conoció sus años de gloria.
Primero en Alemania 1974, Polonia terminó de tercera en el Mundial. Lato se coronó en esas justas como el máximo goleador, con siete anotaciones.
En España 1982, Lato le prestó una mano fuerte a Boniek para que Polonia reiterara el logro del certamen anterior, y terminó de nuevo en el tercer puesto, cuando nadie los esperaba sobre el podio.
Dos años después, en abril de 1984, jugó su último encuentro en una selección, cayendo 0 a 1 en Varsovia, frente a Bélgica. Lució 100 veces la camiseta nacional.
Grzegorz se refiere muy a menudo a su época de jugador y se remite a esa selección de Polonia que el mundo entero descubrió y admiró en la Copa Mundial del 74.
"Era un conjunto excepcional. La atmósfera que reinaba estaba a nuestro favor. Si le sumamos a eso la genialidad desplegada por Deyna, el gran juego de Szarmach, la incursión rápida Gadocha y los bloqueos de Tomaszewski, aquí están los ingredientes de nuestro éxito. Se nos abrieron muchas puertas y la popularidad llegó a su punto más alto", dijo emocionado.
De México a CanadáÖ
Un tema vuelve con frecuencia al tapete: ninguna figura de ese equipo podía ir a jugar en el extranjero, para no malgastar su talento. La regla era que las figuras se quedaban en casa hasta los 30 años.
"Yo soñaba con el Real Madrid o con el Barcelona, pero no tenía la autorización de partir, ni tampoco de ir a jugar con el Cosmos en Nueva York, un sueño imposible de cumplir por razones políticas. Cuando el fuego pasó y salió la luz verde, me fui a Bélgica, al Lokeren, un pequeño pueblo como el de Mielec en Polonia, donde vivo hoy y en el que comencé mi carrera", expresó.
En Lokeren, Grzegorz y su compatriota Wlodek Lubanski terminaron segundos en el Campeonato Nacional y compitieron en los cuartos de final de la Copa UEFA.
Después de Bélgica, Lato prosiguió su tour por el mundo. Una gran temporada lo condujo a México (dos años) y luego a Canadá (siete años). En México vivió un buen primer año en el Atlante, en el cual fue capaz de llenar el estadio Azteca, pues en esa época se iba al estadio para observar a Lato.
"Es uno de mis mejores recuerdos. Jugué muy bien hasta que mi talón de Aquiles lesionado, me obligó a someterme a una cirugía de la cual nunca me recuperé del todo", recordó con tristeza.
Si sus viajes le enriquecieron la vida personal, no fue así para sus cuentas bancarias, porque, en Canadá, un compatriota poco escrupuloso en los negocios casi lo arruina, lo que hizo que naciera en los Lato la idea del retorno, en 1991.
Diez años después, Grzegorz Lato promete que no le fallará a su amada Polonia, en esta nueva oportunidad: la de senador.
(*) Corresponsal en Polonia de la revista France Football (Francia). Traducción de Adriana Quirós.

  • POR Christophe Wyrzykowski (*) / Especial para La Nación
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