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"Por 34 piedras estoy aquí ... hasta que uno no está aquí metido no se da cuenta de lo que hizo y del daño que le hace a los hijos", dice la guanacasteca Xinia Villarreal Barahona, de 26 años, quien el pasado 10 de mayo fue sentenciada a 5 años de prisión por narcotráfico.
Sin embargo, la llamada que recibió el lunes pasado le dejó una nueva sentencia, una que le ha quitado el sueño desde entonces.
Una trabajadora social del Hogar Santamaría, donde reciben atención diariamente los hijos de las reclusas, le dijo que era hora de preparar a la pequeña Dania, de dos años y medio, pues en seis meses deberá abandonar el lugar.
"Primero pensar en no tenerla más conmigo... ¿sabe? Viera como es de apegada a mí, yo no sé qué va a pensar cuando se la lleven, seguro que no la quiero... Y tampoco sé a dónde va a ir, porque mi hermana me cuida otra niña", explica Xinia, mientras abraza a su otro hijo.
"Tengo miedo que le pase lo que le está pasando a mi otra hija de 10 años. Ella vio a mi hermana menor suicidarse y ahora dice que se quiere suicidar. ¿Se imagina el daño que uno le hace a un hijo cuando hace cosas que no debió? Tiene 10 años y está pensando en matarse".
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