Tegucigalpa . Doulis García prepara frente a un fogón las tortillas de maíz que a diario le generan un ingreso de casi $2, con los que sobreviven ella y sus cuatro hijos en un barrio marginal de Tegucigalpa.
La mujer campesina de 40 años emigró de la deprimida región sur de Honduras huyendo de la pobreza y, tres años después al menos no está dentro del 41 por ciento de familias hondureñas que vive con menos de un dólar diario.
La pobreza es un fenómeno secular en esta nación centroamericana de seis millones de habitantes, pero se ha agravado en los últimos 12 años.
Críticos sindicalistas, economistas independientes y la Iglesia Católica aseguran que los problemas del país se han agudizado por la aplicación de un modelo económico de mercado.
Pero, los defensores dicen que la deficiencia de Honduras –cuya tasa de pobreza se eleva a un 80 por ciento– es que la economía de mercado fue aplicada a medias en los últimos años.
"La mayoría de los hondureños vive de milagro", dijo la socióloga Maribel Suazo, una consultora para las Naciones Unidas. "Yo no me explico cómo una familia puede vivir con menos de un dólar al día, es increíble".
El neoliberalismo en Honduras fue adoptado en 1990 durante el gobierno del presidente Rafael Callejas, cuando el actual mandatario Ricardo Maduro –un exitoso empresario del Partido Nacional que asumió a fines de enero– se desempeñó como presidente del Banco Central.
"El problema es que en Honduras solo se adoptaron las formalidades de la apertura económica, pero no se allanó el camino para transitar hacia el libre mercado", dijo el presidente de la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), Adolfo Facussé.
El viceministro de Industria y Comercio, Salvador Melgar, dijo que el gobierno de Maduro continuará transitando por la economía de mercado "porque hacia ahí marcan las tendencias mundiales y regionales y no hay otra alternativa mejor".
La mayoría de rubros productivos con los que vive Honduras, entre ellos el café, enfrentan bajos precios externos y la industria manufacturera de exportación ha perdido ímpetu por la desaceleración en Estados Unidos.
Maduro es acosado por un déficit fiscal de 7,4 por ciento del producto interno, un insuficiente crecimiento económico, presiones por mejoras salariales, un severo desequilibrio comercial y una deuda externa de $4.600 millones.