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A finales del siglo XVIII, Edmund Burke, el gran pensador y parlamentario inglés, describía el papel del legislador en relación con sus electores: "El Parlamento decía no es un congreso de embajadores de intereses distintos y hostiles... por el contrario, un Parlamento es una asamblea deliberativa de una nación, con un solo interés, el del conjunto... Se elige a un miembro, es cierto, pero, una vez elegido, no es un miembro a favor de Bristol, es un miembro del Parlamento".
El caso es que Burke perdió las siguientes elecciones y que contra nuestro artículo 105 constitucional el parroquialismo sigue pesando más que la representación nacional o que el papel del legislador. Y esto es así porque las condiciones de elección (dentro y fuera de los partidos), y las aspiraciones de los electores sobre los diputados son parroquiales.
Lo dicho viene a cuento de la propuesta para elegir, a la par de los 57 diputados provinciales actuales, 18 diputados nacionales para llegar a un total de 75 diputados. Así lo planteamos unánimemente en la Comisión Presidencial de Reforma Política, que me tocó el honor de coordinar. Y, aunque la propuesta general ha sido discutida, la propuesta concreta ha sido mejor recibida.
El más pequeño. No faltará quien se oponga argumentando que, si con 57 diputados tenemos el parlamento que tenemos, ¿qué nos pasaría con 75? Otros argumentarán sobre la operatividad de la Asamblea Legislativa y sobre el costo de 18 diputados más para terminar arguyendo sobre el tamaño y el número de diputados. Empiezo por lo último. Conviene recordar que Costa Rica tiene el parlamento más pequeño de todos los países democráticos (de más de 1 millón de habitantes). De los más de 100 países con menos de 12 millones de habitantes, la relación entre diputados y población es en Costa Rica la menor (a excepción de El Salvador), dado que tenemos un diputado por cada 70.000 habitantes. En los países nórdicos, por ejemplo, el promedio es de 1 legislador por cada 28.000 habitantes y entre los países de población equivalente a Costa Rica (que van de 3 a 5 millones de habitantes, como Irlanda, Noruega, Nueva Zelanda, Panamá o Puerto Rico), todos tienen parlamentos mucho mayores que van de los 75 a los 225 parlamentarios. Todavía más, en países como Estados Unidos (más de 280 millones de habitantes) o España (más de 40 millones), la relación de legisladores (nacionales y estatales o de las comunidades), con la población, es inferior a 1 por cada 35.000 habitantes. En el país, en 1950, había 1 diputado por cada 15.000 habitantes. Aun subiendo a 75 diputados, tendríamos menos de 1 diputado por cada 55.000 habitantes.
Sobre el costo, conviene recordar que 18 diputados más cuestan alrededor de lo que cuestan 36 asesores y que bien puede (y debe) incorporarse una fórmula que limite constitucionalmente el gasto del parlamento, por ejemplo, al porcentaje del Presupuesto Nacional actual. Recuérdese, en todo caso, que hace 20 años había una quinta parte de empleados y de asesores y el mismo número de 57 diputados. En cuanto a la operatividad, es verdad que la reforma debería acompañarse de una modificación sobre el quórum y sobre el plazo para votar los proyectos, como ocurre en casi todos los parlamentos democráticos del mundo, pero eso es aplicable tanto con 57 como con 75 diputados.
Mejor representación. Lo importante es que crear una lista nacional de "diputados" permitiría dar mayor representación a la nación, elevar la calidad de los diputados, mejorar el parlamento y devolverle a la provincia de San José la posibilidad de elegir diputados en proporción a su población. De paso, aumentaría la representatividad en relación con los votantes del país. Si un grupo significativo de diputados no depende de una circunscripción electoral pequeña, y son elegidos para actuar en nombre de la nación, es probable que aumente su calidad y su responsabilidad como legisladores. Además, la lista nacional podría permitirnos trabajar con una posibilidad mayor de elección, permitiendo al elector votar por la lista o, mejor aún, escoger y marcar los 18 nombres que espera que lo representen, aunque sean de distintos partidos.
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