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Cuando tenía siete años, Carlos Mora llevaba el almuerzo a su papá. Iba descalzo, pero con una gran ilusión en su cabeza: jugar tenis ante los grandes. Y lo logró, claro que con mucho esfuerzo.
"Un buen día –confiesa sin temor– hizo falta un juntabolas y a mí, que llegué con el café de mi papá al Country, me dijeron que juntara. Ese fue mi primer acercamiento al mundo que soñaba llegar, en el que quería estar".
Aquel niño no se contentó con su nuevo oficio de juntabolas, sino que comenzó a “travesear” los rudimentos del tenis: en lugar de raqueta utilizaba sus manos.
Luego, una raqueta de madera. “Es que no teníamos dinero para las de verdad. Hoy, paradójicamente, los entrenadores enseñan a sus pupilos a jugar con la mano, con lo que obtienen un mejor control”, cuenta.
Así, como juntabolas y luego como aprendiz de tenista, lo sorprendió la primera edición de la Copa del Café, hace 39 años.
“Los primeros tres años (65, 66 y 67) participé en la Copa como juntabolas, luego jugué tres, las dos últimas como primera raqueta tica”.
Mora es la única persona que puede contar el cuento, pues ha vivido todas las ediciones del mejor torneo de tenis que se juega en Costa Rica.
“Antes estaba acompañado de Antonio Bastida, quien murió hace dos años, y de Manuel Melo Jiménez, operado reciente y que ahora está ausente”.
Carlos tiene muchas anécdotas en su carrera y las cuenta con gran placer. “Fui el primer tico que ganó en la Copa, en 1968 ante un japonés. Jugué contra el mítico Guillermo Vilas, el más grande tenista de Argentina”.
Luego de retirarse, Mora ha estado vinculado a la Copa, como árbitro y como parte del comité organizador.
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