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Estados Unidos pasará factura a los países que se opusieron a la guerra en Iraq, cuyo desarrollo reforzó a quienes en Washington consideran que la postura mantenida por Francia, Canadá, México o Chile no puede quedar sin castigo.
Hasta el momento, Francia es el candidato número uno a sufrir las consecuencias por oponerse a la invasión en Iraq.
Más allá del cambio de nombre a las papas a la francesa por el de papas de la libertad y de boicotear el vino de Burdeos, el Gobierno estadounidense sopesa tomar medidas de mayor calado para ajustar las cuentas.
El secretario de Estado, Colin Powell, reconoció de manera pública que habrá consecuencias, que no especificó, y subrayó que a partir de ahora "debemos revisar todos los aspectos de nuestra relación con Francia".
Pese a esta situación, Bush pasará la noche en suelo francés entre los próximos días 1 y 3 de junio, con motivo de la cumbre que el Grupo de los Ocho (G8) celebrará en la localidad francesa de Evian, según confirmó la Casa Blanca.
Pero este gesto no evitó que ambos países volvieran a chocar en la posguerra iraquí, ya que Washington pidió un inmediato levantamiento de las sanciones impuestas a ese país tras la guerra del Golfo de 1991 y París se opuso rotundamente.
Otros países en la mira de Washington son Chile y México, que no se alinearon a las pretensiones estadounidenses.
También Canadá es otra nación en la picota. Bush decidió no viajar a ese país, como tenía previsto hacer el 5 de mayo. La justificación que ofreció la Casa Blanca esta semana es que el presidente George W. Bush “debe centrarse en las labores de reconstrucción de Iraq”.
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