Garabito y Alajuela. Olores nauseabundos, suciedad y dificultades para pescar son algunos de los problemas que afrontan a diario las personas que viven donde caen las aguas negras sin tratar.
En playa Azul, del distrito de Tárcoles (Garabito de Puntarenas), los pescadores se quejan de la suciedad que trae el río Grande de Tárcoles a través de los 111 kilómetros de longitud de la cuenca.
En esa comunidad se ubica la desembocadura del río, al que se lanzan las aguas residuales del Valle Central.
"Los peces se enferman y tenemos que ir a pescar a otros sitios del mar. En ocasiones, son kilómetros de playa llena de basura", dijo el pescador Gerardo Montero.
Rafael Ángel Fernández tiene 20 años de pescar en Tárcoles, y asegura que en playa Azul se camina entre basura.
“En ocasiones llegan unas capas de sustancias como mantecosas que provocan la muerte de los peces”, narró.
Fernández indicó que debe ir mar adentro para pescar corvinas y róbalos.
El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) sostiene que concretar un proyecto de alcantarillado sanitario para el área metropolitana es la única forma de tratar las aguas residuales.
Sin embargo, también se requiere que las personas y empresas no tiren basura en la cuenca del Tárcoles.
Mal olor
Los vecinos de algunos caseríos de Villa Bonita de Alajuela saben muy bien lo que es soportar malos olores.
No hay tregua durante la comida ni en las noches.
En un terreno municipal, en Villa Bonita, se ubica una planta de tratamiento para las aguas residuales de 6.000 casas y negocios de la ciudad de Alajuela y comunidades aledañas.
Fue construida en 1954, pero hoy no funciona.
Pese a eso, siempre recibe las aguas negras antes de lanzarlas a un río, lo que origina olores nauseabundos.
“Cuando llueve, aumenta el mal olor. Tenemos que colocar un toldo para dormir porque hay muchos zancudos. En ocasiones, la calle se inunda de aguas negras”, contó Yorleny Rivas.
Yairon Rojas dijo que el mal olor aumenta por las noches.
El alcalde de Alajuela, Fabio Molina, indicó que el otro año se buscarán los ¢400 millones requeridos para reparar esa planta de tratamiento.