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La prolongación de la estancia de los soldados estadounidenses en Iraq y la táctica de emboscada utilizada cada vez más por los iraquíes que se oponen a las fuerzas de la coalición británico-estadounidense han obligado a los militares norteamericanos a luchar más eficazmente contra el estrés que provoca el combate.
"Es algo sobre lo que ni siquiera pensábamos durante los seis primeros meses", indicó el comandante Blain Reeves, del primer batallón de la 101 División aerotransportada, desplegada en el desierto del norte de Iraq.
La decisión de Washington de prolongar de seis meses a un año la duración del despliegue de las tropas en Iraq obligó a lanzar ese tipo de programas, como el llamado R y R (descanso y recuperación en sus siglas en inglés), con permisos de dos semanas y actividades de ocio en las bases.
Sobre el terreno, el ejército favorece el acceso a equipos de musculación, a Internet, proyecta películas y, cuando puede, abre las piscinas.
El sargento Jon Thibodeau estima que cada uno de los soldados sufrirá estrés en Iraq en un momento u otro debido a las tácticas empleadas por las fuerzas antiestadounidenses.
Los soldados tuvieron menos problemas para asumir la invasión debido a que se trataba de misiones bien definidas con un objetivo fijo. Pero ahora tienen que hacer frente a emboscadas, a “artefactos explosivos artesanales” o a bombas colocadas en los retenes, agregó.
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