Di Carlo Sandoval no tuvo buena suerte con las motocicletas. La primera se la robaron tras ser amenazado con un arma de fuego y la segunda se la quitaron en el parqueo de la empresa donde labora.
Con la tercera moto se accidentó la madrugada del 26 de setiembre, sin que él recuerde cómo. Le contaron que fue en el cruce de San Rafael de Escazú, San José, porque al virar en U se encontró de frente con un microbús.
"Definitivamente, moto ya no", dijo –con mucho énfasis– el muchacho en una cama de la unidad de neurotrauma del Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare).
“Estuvo 24 días en coma en el hospital San Juan de Dios, luego pasó al INS y lo dejaron 18 días. Ahora lo que tiene es un daño severo en las cervicales. Tiene un coágulo que si se opera es riesgoso.
“El médico dice que es mejor que pase a puro reposo y que el cuerpo lo absorba”, relató su padre, Carlos Sandoval, en noviembre, cuando los entrevistó La Nación.
Para suerte de Di Carlo, el trabajo de comerciante de su papá le permitió acompañarlo durante la prolongada hospitalización.
“Puedo mover los dedos de la mano y cerrar el puño, pero siento la piel como dormida”, respondió a las preguntas de la médica.
Además del problema cervical y las dificultades en la mano derecha, Di Carlo tenía un problema de memoria y con mucha rapidez olvidaba lo que le decían.
Lo que definitivamente no olvida es la suerte de estar vivo, el apoyo de la gente que lo quiere y a su hija, de pocos meses de nacida, a quien tenía muchas ganas de ver.
Tampoco podía olvidar la preocupación porque él es el principal ingreso de la casa, donde vive con su mamá y sus abuelos mayores y enfermos.
Sin embargo, su papá lo alienta pues él ha visto pacientemente la lenta mejoría.
“A como estaba en el San Juan a los tres días de despertar... Ahora no está bien del todo, pero hay mejoras”, expresó el padre con optimismo, sentado frente a la camilla del hospital.