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Hace 23 años dejó la escuela, pero el 18 de febrero Giselle Varela decidió retomar los cuadernos.
Hoy estudia el tercer grado en la escuela nocturna Ricardo Jiménez Oreamuno, en el centro de San José.
Ella es una de las 1.000 personas que se preparan en las cinco escuelas que dan lecciones por la noche.
En los últimos años esta modalidad ha disminuido. Del 2002 al 2004 bajó a la mitad. Hace unas tres o cuatro décadas había 245 centros.
Mario Herrera, de la sección de Educación para Adultos del Ministerio de Educación Pública (MEP), aceptó que esas escuelas desaparecerán pronto.
"Ahora se ofrecen diferentes modalidades que son de más facilidad a los estudiantes: son más rápidos y más actualizados", comentó.
Actualmente, se pueden encontrar dos escuelas nocturnas en San José, una en Cartago, una en Heredia y otra en Limón.
En la mayoría de estos centros los maestros son interinos, pues en los últimos años no se han abierto plazas para docentes en propiedad.
“Los planes de estudio de las escuelas nocturnas estás obsoletos, por lo que se acude a los de las diurnas, pero esos programas no están habilitados para las nocturnas”, agregó Herrera.
Estudiantes, maestros, directores y autoridades saben que esas escuelas están condenadas a muerte pero mientras están en la cuenta regresiva esperan sacarle provecho.
La mayoría de los alumnos trabaja y son responsables de un hogar. Esto explica por qué la deserción es alta. El año pasado alcanzó un 30 por ciento, cuando el promedio nacional es de un 4 por ciento.
En cuanto a rendimiento, los datos más recientes (del 2002) reflejan que el 86 por ciento de los estudiantes pasó de nivel.
Esfuerzo
Sus cuadernos y hojas de trabajo lucen impecables, lo es el esfuerzo que realiza Giselle Varela, de 31 años y vecina de Desamparados, San José.
A los 8 años tuvo que dejar la escuela, pero este año decidió regresar para superarse y ser ejemplo.
“Me siento muy importante conmigo misma por la decisión que tomé (...) Me gustaría ser de esos doctores que hacen exámenes de sangre”, manifestó la vendedora de periódicos.
Igual es el esfuerzo que realiza doña Teresa Vargas, de 62 años y quien cursa el sexto grado en la Capacitación Obrera, Heredia.
“Yo me sentía en la oscuridad al no tener muchos conocimientos”, declaró.
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