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Los Chiles, zona Norte. La niña Carmen Lidia Hernández Reyes se ahogó el martes en la mañana en una laguna en el caserío de San Pablo, en este cantón alajuelense, fronterizo con Nicaragua.
La menor, de 10 años, acostumbraba a bañarse diariamente en ese lugar, ubicado a unos 150 metros de distancia de su casa, que no tiene agua ni mucho menos un cuarto de baño rústico.
Para muchos de los vecinos de San Pablo, caserío distante a cinco kilómetros de la línea limítrofe con Nicaragua, la pobreza en la que vive la familia de la niña contribuyó a la trágica muerte.
La laguna natural mide unos 150 metros de diámetro por unos dos metros de profundidad.
Carmen Lidia Hernández acudía todos los días allí, acompañada por su abuela materna, Rosa Julia Cano, para bañarse.
Ella compartía la humilde vivienda de madre con su hermano mayor, Miguel, la abuela, tres tíos y unos primos.
Después de las vacaciones de medio período, la menor no volvió a la escuela por problemas de salud,
Se lanzó al agua. La tragedia sobrevino aproximadamente a las 10 a. m. del martes.
"Carmen se tiró a la laguna. Como pasaron unos minutos y no salía pensé que estaba jugueteando bajo el agua. Entonces, me vine a contarle a abuelita que Carmen no quería salir, que la llamaba y no respondía", narró su prima Socorro.
Rosa Julia Cano, de 65 años, comprobó muy poco después que no se trataba de un juego, que su nieta se había ahogado.
"Dios nos da la vida y él decide cuándo debemos partir de este mundo, pero estoy segura de que el accidente no habría sucedido si en casa tuviéramos agua y un sitio dónde bañarnos", comentó.
La abuela recordó que minutos antes del fatal percance, Carmen Lidia Hernández bañó en el mismo sitio a su prima Maribel Hernández, de 18 meses de nacida.
Sufrimiento. La existencia de Carmen Lidia Hernández estuvo marcada por el sufrimiento y las privaciones propias de la pobreza.
Sus parientes manifestaron que hace cinco años la niña vio morir a su madre, María Nicolasa Hernández, quien fue víctima de una lesión pulmonar.
Dos años después el dolor la volvió a invadir cuando una hermana menor, María Magdalena, dejó de existir por causa del mismo mal.
En los últimos meses se quejaba de que le dolía uno de sus pulmones y su familia decidió sacarla de la escuela, donde cursaba el primer grado.
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