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Tribuna del Idioma

Radiografía de una "kakistocracia"
E l maestro Fernando Lázaro Carreter, exdirector de la Real Academia Española, escribió hace ya algunos años: “Innovar es bueno y, aunque sea sólo un pequeño matiz lo que aporta el neologismo, vale la pena no combatirlo si ese matiz permite una distinción útil”. Lo anterior quiere decir que cualquier hispanohablante –especialmente en el campo de la expresión escrita o comunicación formal– tiene derecho a acuñar una palabra cuando pretende exteriorizar un concepto con un determinado matiz o connotación al que no se adecua plenamente ninguna voz del léxico oficial del idioma. Naturalmente la creación verbal no puede ser caprichosa; por el contrario implica un uso apropiado de raíces, prefijos y sufijos conforme a las más elementales normas de la formación de vocablos.
Hace mucho tiempo, en este mismo espacio, escribí, a propósito de la acuñación y uso del neologismo “dedocracia” –incorporado finalmente al DRAE–: «Dedocracia, debemos reconocerlo, es un término ocurrente, un destello de ingenio. Pero, por otro lado, es una aberración léxica: un extraño híbrido hispanohelénico: el poder asignado a dedo. Si al menos se hubiera dicho dactilocracia o digitocracia, otro gallo etimológico hubiera cantado...».
Semanas atrás, un estimable colaborador de Opinión de este diario, usó, incluso en el título de su artículo, el neologismo “kakistocracia”, con el significado de 'gobierno malo o corrupto'.
El nuevo término fue presentado en el mercado lingüístico hace más de un cuarto de siglo. El periodista argentino José Pablo Feinmann nos cuenta su historia: «Un filósofo de apellido García Venturini, autor de Politeia , había lanzado una palabra griega que se decía kakistocracia y que todos –bajo indicación de ese filósofo– traducían como 'gobierno de los peores'. Así, en un ascensor, en la parada de un colectivo o en la oficina uno siempre se encontraba con alguien que le hacía la inevitable pregunta: “¿Usted sabe qué es kakistocracia ?”. Uno decía que no, y el otro –orgulloso de su saber– explicaba: 'gobierno de los peores'».
Al analizar el neologismo kakistocracia , nos encontramos, para comenzar, con un par de kaes que resultan claramente extrañas en nuestro idioma. Para cualquier mediano conocedor de las etimologías helénicas, el vocablo en examen se inicia con un primer elemento de compuestos griegos, procedente de kakós 'malo', al igual que otras conocidas voces de nuestra lengua: cacofonía, cacografía, cacoquimia ...
Por otra parte, parece también muy clara la raíz final del vocablo que comentamos: cracia , proveniente del griego krátos 'fuerza, poder, gobierno', como en los términos aristocracia (gobierno de la clase noble), plutocracia (gobierno de los ricos), gerontocracia (gobierno de ancianos), democracia (gobierno del pueblo)...
Por tanto, aparte de esas dos extrañas kaes (“caquistocracia” hubiera resultado menos chocante), kakistocracia es un calco inadmisible de aristocracia . La formación adecuada debió haber sido cacocracia 'gobierno de malos'.

  • POR Fernando Díez Losada
  • Opinión
Democracy
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