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Miles de personas se dieron cita ayer en Washington para protestar contra la guerra en Iraq y rechazar al presidente George W. Bush en el día en que asumió su segundo mandato en la Casa Blanca.
A gritos de "paremos la guerra" y "tomemos la Casa Blanca", los manifestantes se concentraron en varios puntos de la ciudad para marchar hacia la ruta del desfile inaugural y abarrotaron algunos puntos de registro establecidos por la policía.
Este fue el mayor acto de protesta durante la investidura de un presidente en las últimas décadas, aunque las extraordinarias medidas de seguridad impidieron que la situación se escape del control de la policía.
"Un montón de vidas estadounidenses e iraquíes se han perdido por una mentira", dijo Maureen Whaley, una manifestante de 40 años.
"Han dicho esas mentiras en nuestro nombre", señaló, indignada, Tabitha Dallenbach, una joven de 19 años con una estrella pegada en la sien.
A su lado se aglomeraban socialistas, punkies con crestas de color, anarquistas y hasta representantes de grupos religiosos.
"No dudo de que Bush tenga fe, pero creo que está equivocado y me molesta que parezca que habla en nombre de la iglesia cristiana", dijo Sarah Scruggs, de 23 años, del grupo Sojourners, quien portaba una pancarta que decía: "Testigos cristianos contra la guerra".
Culpa por la guerra
"Lo que experimenté en Iraq me llena de culpa y remordimientos, por eso critico la guerra", declaró Adán Delgado, un exsoldado de origen cubano que habló ante los congregados.
A su lado reposaban en un parque de Washington cientos de ataúdes de cartón cubiertos de banderas que representaban los muertos en Iraq.
Delgado dijo que los $40 millones que costó la ceremonia de ayer, sin contar la seguridad, deberían usarse para comprar chalecos antibalas a los soldados desplegados en Iraq y blindar sus vehículos.
Los manifestantes acudieron de todo el país, y sus huestes se nutrieron del ambiente favorable de la ciudad de Washington, 90% de cuyos electores votaron por el senador demócrata John Kerry.
La policía cortó el tráfico cien manzanas del centro de la ciudad, atravesó autobuses en las vías principales y sometió a los manifestantes y a los visitantes a registros exhaustivos.
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