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Con 17 años, Steven Villegas Miranda se convirtió en testigo de la muerte de cuatro personas con quienes hacía fila frente a la plataforma de servicios del banco para hacer un depósito de una empresa para la cual trabaja.
La muerte le anduvo cerca. Al muchacho, una bala lo hirió en la pierna derecha y estuvo casi 14 horas tendido entre los cadáveres de los clientes hasta que un impulso lo alentó a escapar.
"Estaba en la fila. En eso entraron unos hombres y dispararon una ráfaga. Una bala me dio en la pierna. Me tiré debajo de unas sillas", rememoró ayer este joven mientras recibía atención en una camilla en el hospital Monseñor Sanabria, en Puntarenas.
Uno a uno. Villegas contó que los sujetos abrieron fuego contra las personas que estaban en el piso.
"A algunos les dispararon en las piernas para inmovilizarlas e impedir que escaparan. Vi que a un muchacho que trabaja en una empresa de transportes (Mario López) le dispararon en un pie. Al rato le volvieron a disparar".
Villegas estaba seguro de que tres de las personas que lo rodeaban estaban muertas. A una cuarta la observó mover un pie.
"Estaba mal. Sabía que era muy difícil que sobreviviera. Toda esa gente hacía fila conmigo".
A eso de las 5 de la mañana, el joven decidió correr por su vida. En el salón principal del banco, donde los tenían, no se escuchaba nada. "No se quedaron a vigilarnos. Creo que a los empleados los tenían en otro cuarto porque no podíamos verlos. Algunos (rehenes) no se animaron a salir", explicó.
Renqueando, el joven pasó por el marco metálico y los pedazos de vidrio de la puerta principal y a brincos se alejó .
"Ahí quedó gente que no podía salir por sus propios medios. Nunca me enteré cuántos (sujetos) entraron al banco". Anoche, se supo que eran dos.
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