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Si alguien en Brasil llegó a ser considerado tan grande como Pelé ese fue Arthur Antunes Coimbra, mejor conocido como Zico .
Pelé , precisamente, lo incluyó dentro de los mejores 125 futbolistas del mundo, en marzo del 2004. Es aún un ídolo para millones de personas en Brasil, Italia y Japón, por su talento futbolístico, su historia personal y su carisma.
Nacido en una familia de clase media baja de Río de Janeiro, fue llevado por un reportero de radio a hacer una prueba con el Flamengo, el primer paso para convertirse en uno de los futbolistas más admirados en la historia.
No era muy fuerte, pero su decisión y disciplina lo llevaron a través de un proceso de fortalecimiento patrocinado por el club y se convirtió en un atleta de talento innato que se destacó como constructor de juego y temible goleador.
Zico fue determinante en el periodo más glorioso del Flamengo y logró anotaciones de todas las formas imaginables; pasaba y remataba con ambos pies y tenía un visión privilegiada del terreno de juego.
Entusiasmados con su futbol técnico y contundente, la afición empezó a denominarlo el Pelé blanco . Tuvo un remate no demasiado potente pero de gran precisión, que lo convirtió en un consumado especialista al ejecutar los tiros libres.
Con la selección llegó precedido por su fama cuando jugó el Mundial de España 82. Allí, con el juego de Brasil, volvió a encandilar a la afición. Aquel equipo era puro espectáculo, con los Zico , Sócrates, Júnior, Eder, Falcao..., pero fue derribado por la luchadora Italia, a la postre campeona del planeta.
Posteriormente emigró al poderoso calcio italiano y jugó con el Udinese, pero nunca se adaptó y regresó a Brasil. En 1989 se retiró de la selección y en 1990 del Flamengo.
El presidente Fernando Collor de Mello lo nombró Ministro de Deportes, puesto en el que estuvo casi un año. Su mejor contribución fue la legislación para regular la parte comercial de los equipos deportivos, dado que la mayoría se manejan como asociaciones aficionadas y no como empresas profesionales.
Renunció para incorporarse a la organización del Kashima Antlers (Japón) y la ayudó a cambiar de modesta a una de primera línea.
Su disciplina, talento y profesionalismo calzaron muy bien dentro de la milenaria cultura japonesa.
En 1994 se retiró como jugador y se convirtió en asesor técnico de los Antlers. Se dedicó al futbol playa y conquistó los tres primeros títulos mundiales. Hoy es el estratega de los japoneses.
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