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Al hablar del desastre de la CCSS, la mayoría piensa en el terrible incendio del hospital Calderón y en las 19 víctimas de la negligencia. Esa es solo una consecuencia del desastre de gestión que carcome a la Caja desde hace décadas.
Es imposible tapar el caos existente, que se refleja en el incendio y en las incontables fallas que sufren los indefensos usuarios, obligados a pertenecer a un sistema incapaz de satisfacer oportuna y adecuadamente sus necesidades.
Ritmo de muerte. Madrugar para hacer largas colas y obtener una cita; consultas que se producen, con suerte, tiempo después de la hora fijada porque el médico llega tarde o se va temprano a menesteres privados; indiferencia y trato grosero, como si el servicio no estuviera prepagado; consultas apresuradas para cumplir la cuota de pacientes que exige la Caja a los médicos; exámenes que se programan para meses posteriores, como si el dolor o la enfermedad esperasen; operaciones para el año siguiente, como si la muerte trabajara al ritmo de la Caja; sobreirradiaciones sin responsabilidad posterior; recursos de amparo para obtener servicios, como si fueran lujo.
A todo eso se agrega el desabastecimiento de medicamentos, campañas de recolección de fondos de pacientes a quienes la Caja es incapaz de dar los servicios que requieren y deben buscarlos en otros países, décadas para construir un hospital y un largo etcétera.
Detrás de todo encontramos políticos choriceros haciendo grandes negocios con la compra de equipos, medicamentos e infraestructura; sindicatos corruptos que ordeñan a manos llenas la ubre institucional; profesionales haciendo negocios privados con pacientes y bienes de la Caja, biombos y otras corruptelas para reducir las listas de espera que ellos mismos causan; patronos morosos, confiados en la incapacidad de la institución para cobrarles y a la espera de la próxima amnistía; y un gobierno confiscatorio, que no paga pero sí extrae recursos de la Caja para saciar su voracidad fiscal.
Por supuesto, también hay muchos funcionarios abnegados, hartos del sistema, que se esfuerzan por brindar el mejor servicio posible y que desean, como los usuarios, que alguien haga algo para recuperar el espíritu solidario y de servicio que le dio vida a la CCSS. Es urgente, como señaló El Financiero, la cirugía mayor en la Caja. Si no es pronto, quizás la próxima intervención sea post mortem.
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