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El costarricense Christian Rojas Murillo, asesinado el fin de semana pasado en Pensilvania, Estados Unidos, había cortado meses atrás su relación con la mujer a quien la Policía busca por el crimen.
Y es que la víctima, un ingeniero informático de 29 años, estaba preocupado por el problema de adicción a las drogas que arrastraba Heather Lavelle, de 35 años.
Por eso la relación se terminó hace cinco meses, señaló la cadena estadounidense NBC. Sus amigos más cercanos en Costa Rica estaban al tanto de esa situación.
"Llamé al trabajo de la muchacha con quien estuve saliendo y me dijeron que ya no está ahí. Ella es cool (agradable) e inteligente, pero tiene un problema de drogas grande", contó el 13 de julio pasado a su amigo Pablo Alvarado mediante un correo electrónico.
Nuevo trabajo. La muerte -ocurrida la tarde del viernes en Bensalem, Pensilvania- acabó con la esperanza del ingeniero de quedarse a trabajar en Estados Unidos.
Su contrato con JDL Services recién había expirado, pero el joven estaba en contacto con otra empresa, dijo su amigo Alvarado.
"El regreso a Costa Rica dependía de esa entrevista. La compañía interesada en sus servicios incluso le pagaría el viaje (a Luisiana).
"Christian era una persona servicial y desinteresada. Creemos que esa mujer llegó de repente", concluyó.
Rojas murió por golpes y estrangulamiento, dijo la Policía.
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