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Realizadas con su decisión

Mary Sánchez siempre estuvo segura de su decisión y nunca se dejó intimidar por los comentarios de amigos o familiares.
Cuando nació su segunda hija se practicó la salpingectomía o "salpin", cirugía que esteriliza a las mujeres.
"Mi segundo embarazo fue de alto riesgo, tuve placenta previa, sufrí una fuerte hemorragia a los siete meses y la bebé nació antes de tiempo. El médico me habló de los riesgos de muerte de la pequeña y me preguntó que si estaba segura del salpin, le dije que sí, y que por favor salvara a la niña", dijo esta alajuelense.
Ella se quiso practicar la cirugía hace ocho años cuando nació su hijo mayor, pero había muchos requisitos y "peros".
"Como pareja, siempre estuvimos de acuerdo en que esta era la decisión correcta", añadió Édgar Granados, su esposo.
Juntos acudieron a la charla de explicación. "Cuando fuimos había muchachas que apenas habían cumplido los 18 años y ya se querían operar, otras ni siquiera habían tenido hijos y querían", agregó Sánchez.
Contra viento y... Con una escena muy similar se encontró otra mujer de 26 años, quien se operó hace dos, cuando llegó al mundo su segunda pequeña.
"Recuerdo que en la charla nos dijeron que pensáramos en lo que haríamos si nos divorciábamos y si el nuevo esposo quería más hijos, que qué pasaría si mis hijas se morían. Pero, mis hijas son insustituibles, nadie llenaría ese vacío. Siempre estuve muy decidida y nadie nos echó para atrás", recordó.
Ella, quien prefirió guardar su nombre, explicó que sus embarazos fueron muy difíciles y no se arrepiente de su decisión.
Las dos coincidieron en que si alguna mujer tiene dudas sobre la operación, lo mejor es no hacerla. "Tienen que estar 100% seguras, si no, no vale la pena", dijeron ambas profesionales.
Las dos son abogadas, terminaron sus estudios en medio de sus embarazos y cada una tiene su propio bufete.

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