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Dos Ríos, Upala. Sin medio de transporte motorizado y ni siquiera una bicicleta, Jesús Salazar, delegado de la Fuerza Pública en este distrito de Upala, camina varios kilómetros casi todos los días para atender casos de violencia doméstica.
"Las agresiones del marido contra la esposa o viceversa son en esta zona como el pan nuestro de cada día", aseveró Salazar -de 48 años-, con cuatro años en el cargo.
A don Jesús, como lo llaman los vecinos, le ha correspondido atender docenas de incidentes familiares, pero recuerda especialmente dos hechos en donde los agresores actuaron con excesiva violencia en contra de sus parejas.
"En un caso -relató-, el marido, en estado de ebriedad, arremetió a machetazos contra su mujer, en presencia de varios hijos pequeños. Uno de los chiquitos brincó una ventana para ir a pedir auxilio".
Cuando acudió al sitio, la mujer tenía heridas en la espalda, glúteos y en una pierna, pero lo más dramático es que el sujeto estaba a poco de atacarla directamente a la cabeza.
"Le grité que no lo hiciera, que pensara en sus hijos, y entonces lanzó el machete al piso".
Otra situación ocurrió en la comunidad de San Luis. El esposo propinó una inmisericorde golpiza a su esposa a tal punto que le causó hematomas (acumulaciones de sangre) y una lesión en un ojo.
"Me dolió profundamente ver a los tres hijos de la pareja metidos debajo de una mesa, muy asustados, llorando y temblando por las escenas que estaban viendo", recordó Salazar.
"Y más me afligió oír a uno de ellos casi implorándole al papá que no le pegara más a su madre", concluyó el policía.
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