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Ben Bernanken en el FED

Asumirá el cargo, en febrero del 2006, en un período crucial para la economía de Estados Unidos

La inminente pregunta que se formulan los analistas de finanzas es cómo reaccionarán los mercados financieros internacionales ante la eventual ratificación de Ben Bernanken como sucesor del legendario Allan Greenspan en la Directiva del Banco de Reserva Federal de los Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés).
Para los países en desarrollo, como el nuestro, la pregunta adquiere especial relevancia por el impacto en nuestros mercados de las alzas en las tasas de interés de los bonos del Tesoro estadounidense (treasury bills). Pero otras cuestiones relacionadas con este tema son igualmente importantes: ¿Se mantendrá la misma política de ajustar gradualmente las tasas de interés para combatir la inflación sin convulsionar los mercados internacionales ni causar una fuerte recesión? ¿Continuará expandiéndose la economía en los Estados Unidos e incrementando sus importaciones de los países en desarrollo o, por el contrario, disminuirá su volumen ante un eventual estallido de la burbuja inmobiliaria en esa nación? Mucho dependerá de las ideas, formación, personalidad y experiencia del candidato.
Ben Bernanken es uno de los economistas académicos más reputados en su propia nación. Doctor en Economía, graduado de Harvard y otras universidades prestigiosas de los Estados Unidos, es conocido por decir y escribir las cosas sin ambages. Fue profesor de Economía Monetaria en la Universidad de Princeton hasta el 2002, cuando fue designado directivo del Banco Federal de Reserva en Washington. Ahí creció su reputación como uno de los directores más académicos del FED. Luego, a principios de este año, pasó a servir como consejero económico en el Gobierno de George Bush, puesto que actualmente mantiene pues su designación como presidente del FED, de confirmarse, se iniciaría en febrero del 2006. Sin embargo, ya los mercados financieros, comentaristas y la prensa han comenzado a reaccionar ante su designación, en su mayoría favorablemente. Unimos nuestra voz a esos comentarios.
Las bolsas de valores, conocidas por su extrema sensibilidad a este tipo de eventos, subieron levemente o se mantuvieron estables ante la noticia. Algo similar sucedió con las cotizaciones del dólar en los mercados monetarios internacionales, que mantuvo su valor real. Los precios de los bonos del Tesoro bajaron al principio (subieron sus tasas implícitas de interés) pero, luego, se recuperaron y volvieron a la normalidad, ante las declaraciones de Bernanken asegurando que mantendría las mismas políticas de Greenspan de ajustar en forma leve y gradual las tasas de interés para mantener la lucha contra la inflación, sin afectar indebidamente el crecimiento de la producción (y nuestras exportaciones, agregaríamos nosotros).
En ese aspecto, también concordamos y nos sentimos tranquilos de que nuestros mercados no se estremecerán con modificaciones abruptas en el valor y tasas de interés de los títulos, que pudieran afectar el ahorro y la inversión en Costa Rica. En particular, nos gusta mucho la preferencia expresada por Bernanken en más de una oportunidad por la nueva metodología para luchar contra la inflación, denominada inflation targets (metas de inflación). Como ustedes re- cordarán, La Nación endosó esa nueva metodología para Costa Rica y felicitó al Banco Central por considerarla hacia el futuro. Si en los Estados Unidos se implantara, nuestra nación se favorecería porque conocería de antemano cuál sería la meta explícita de aumento de precios que se programaría al inicio de cada período y sabría qué esperar para configurar la nuestra.
Compartimos, sin embargo, una preocupación con los demás colegas de la prensa internacional que le han dedicado tiempo y reflexión al tema. Ben Bernanken asumirá las riendas del FED en un período crucial de la economía norteamericana, caracterizado por un alto déficit fiscal, desequilibrio pronunciado en la balanza de pagos y una burbuja en el mercado de bienes raíces que podría estallar. Evidentemente, ninguno de esos problemas ha sido creado ante las expectativas de su nombramiento. El punto es si, además de preparado y decidido, tendrá suficiente experiencia para lidiar con semejantes quebrantos del mercado. Esa pregunta no se puede responder. Pero le damos el beneficio de la duda. Y le deseamos sabiduría para corregir adecuadamente los problemas apuntados sin afectar a los países en desarrollo.

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