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Entre la grasa del taller y el maquillaje del payaso

Con su atuendo de payaso y el incómodo caminar de sus zapatones, Freddy Campos saludaba a diestra y siniestra, durante el desfile, a muchos de sus conocidos en Llorente de Tibás... sin percatarse de que casi nadie lograba reconocerlo bajo su disfraz.
Y es que este muchacho de 35 años lleva 14 de combinar su trabajo de turno con el oficio de payaso. Actualmente labora en un taller de cambio de aceite en Llorente, pero por nada deja su otro trabajo, ese que le permitió mantener a su familia cuando estaba recién casado y no conseguía trabajo... y el mismo que, años después, le costó el matrimonio.
"Todo empezó porque le pedí plata prestada a un cuñado, Edwin Marín, que trabajaba como el payaso Tin Marín. Entonces me sugirió que en vez de pedir plata hiciera lo mismo que él.
"Y aquí estoy. ¡En honor a él me llamo Dopingüé ! Claro, por un tiempo fui un payaso triste... mi esposa me dejó porque le daba vergüenza que me vistiera así. Pero ahora tengo novia... ¡y a ella sí le gusta".

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