En las últimas décadas, el crecimiento de San José -interpretando como tal esa unidad urbana integrada por la ciudad capital y los cantones vecinos, la cual alberga a un tercio de la población del país- ha puesto en tensión todo el sistema de prestación de servicios públicos básicos.
La contaminación creciente de las fuentes de agua potable, la ausencia casi total de tratamientos sanitarios de los desechos domiciliarios e industriales, el colapso de la infraestructura hidráulica para el manejo adecuado de la escorrentía, la ausencia de un plan de desarrollo vial que marque tendencias de crecimiento y de un esquema de transporte público moderno y eficiente, han afectado sensiblemente la calidad de vida del ciudadano y encarrilan a la ciudad capital a una situación de colapso funcional.
No obstante este panorama sombrío, las iniciativas y programas de inversión que logren revertir las tendencias actuales han estado ausentes en los mensajes de los partidos políticos involucrados en la presente campaña electoral.
Es cierto que los gobiernos municipales del área metropolitana no han estado investidos de las competencias necesarias para asumir funciones estratégicas que le permitan orientar el desarrollo urbano en forma armónica e integrada.
Sin embargo, también es cierto que los partidos políticos han actuado en forma omisa al poner sus acentos principales en temas que no responden a las necesidades inmediatas del ciudadano, y además al postular a candidatos para ocupar los consejos municipales y de distrito, a figuras marginales, sin la preparación básica y trayectoria necesaria que les permita identificar el origen de los problemas de funcionamiento de la ciudad y formular e impulsar iniciativas de inversión que logren, en el corto y mediano plazos, mitigar las consecuencias de la situación actual.
Cerca del colapso. Diagnósticos de entidades estatales, ensayos en exceso de diversos autores y trabajos de investigación periodística se han convertido en medios de denuncia de una situación de deterioro sostenido de la calidad de vida en la ciudad capital, que se transforma, por algunas de sus manifestaciones, en un problema de salud pública, que se manifiesta en todos los sectores, barrios y distritos.
Las manifestaciones aisladas de servicios públicos que no funcionan en forma adecuada, se han convertido en una manifestación generalizada, de una ciudad que no funciona y está pronta al colapso.
Las disposiciones, códigos y leyes que regulan e impulsan el funcionamiento de los gobiernos municipales resultan a todas luces insuficientes en virtud de que el crecimiento de la ciudad y todas las distorsiones que se presentan, rebasan las capacidades administrativas y políticas de los gobiernos municipales.
Para afrontar los retos del presente, amortiguar las tendencias y encarrilar el desarrollo de la ciudad por nuevas rutas, se requiere una nueva organización política y administrativa del área metropolitana pues la organización territorial vigente, a los ojos de todos los ciudadanos, no da para más.
Visto desde otra perspectiva, a lo sumo en el mediano plazo la organización política y administrativa vigente en los cantones del área metropolitana tiene que ser replanteada en virtud de los factores que los unen, para buscar un nuevo modelo de gobierno que tenga otra cobertura y límites territoriales, que a la vez permita enfocar el funcionamiento de todos los sistemas de servicios e infraestructura pública con criterios de integración que faciliten su operación, administración y crecimiento, en la búsqueda permanente de niveles adecuados para la calidad de vida del ciudadano.