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Edad: 43 años
Profesión: Escritor y profesor
¿Cómo lo tomó la noticia de que ganó el Premio Aquileo J. Echeverría en novela?
Ni siquiera sabía cuándo se otorgaban los premios nacionales. El huracán Katrina -que destrozó el año pasado la ciudad de Nueva Orleans- significó desplazamientos y apenas vengo poniendo la casa en orden. Acabo de decidir que dejo Nueva Orleans y me voy a Baltimore y estoy de duelo por esta situación; creo que llegó el momento de buscar otros espacios. Estaba en los trámites para irme a otra ciudad y en eso recibí la noticia. Me sorprendió porque la novela es compleja.
La novela ya está publicada. ¿Qué descubre ahora al leerla?
Cuando un libro sale deja de ser tuyo y lo ves con cierta distancia. Descubro que fue otro Uriel Quesada el que escribió la novela.
¿Cómo era el Uriel Quesada que terminó ese libro en el 2002?
Era uno que tenía que sacarse del pecho una serie de dolores y renuncias. Uno que quería probarse a sí mismo que podía escribir un concepto de novela en la que cree, que es una novela como experiencia lingüística y, a la vez, lúdica.
¿Cómo define esa novela que trata de la represión sexual en una sociedad muy rígida?
Es una novela compleja: tiene canciones, poemas y rondas. Yo la definiría que es un pastiche : cabe de todo; tiene referencias al cine, a la literatura, a la cocina costarricense y es también un juego, todo para poder digerir una situación de rechazo en esa sociedad rígida. Es una novela costarricense porque en Costa Rica, debido a la represión, las cosas se dicen de otra manera: inventando historias e inventando alegorías. De lo que no se habla en Costa Rica es de la violencia contra las minorías, contra los homosexuales.
Es contradictorio que sea la rígida sociedad costarricense la que publica y también la que premia un libro que trata un tema del que no se habla.
Esto lo que te indica es que hay sectores de la sociedad costarricense que se abren a la posibilidad de hablar y también a la posibilidad de cuestionar ciertos discursos. Son ciertos sectores que toman el riesgo de ofrecerle al público la oportunidad de ese diálogo, pero aún hay amplios sectores que están cerrados siquiera a admitir que se puede hablar de las diferentes sexualidades.
¿Qué marca El gato de sí mismo en su carrera?
Marca un cambio, sobre todo, porque siento una gran libertad creativa. No me da miedo experimentar otros juegos de expresión, no me da miedo hablar de ciertos temas. La reacción a la novela muestra que el país está anuente a contemplar otras posibilidades. Creo que podemos hacer más cosas en Costa Rica si nos sacudirnos nuestro propio conservadurismo. Hay cosas de las que todavía no hablamos: por ejemplo, del crimen y de las migraciones.
¿En qué proyectos trabaja?
Cuando pasó el huracán Katrina , yo estaba trabajando en un volumen de cuentos policíacos. Tras el huracán, estoy escribiendo otra cosa: una memoria sobre Nueva Orleans, sobre los exilios y las ciudades que ha dejado atrás. Ese huracán me marcó muchísimo porque ha sido una pérdida total: la ciudad es un 20 por ciento de los que fue, mucha gente se ha ido. Fue una pérdida de certeza; no hay nada establece y seguro.
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