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Con un goleador no hay medias tintas: o le toca el aplauso, o le recetan puros silbidos.
Álvaro Saborío sufrió ayer los reproches de la afición, por el penal que le detuvo Alfaro.
"En una jugada así siempre hay mérito del portero y error del que dispara. Pero mis compañeros me apoyaron en ese momento, si hubiera habido otro (penal) igual vuelvo a agarrar el balón", señaló el artillero en la zona de camerinos del Ricardo Saprissa.
Saborío aseguró que fue en el momento de rematar que decidió tirarlo al centro.
"Son decisiones que uno toma, a veces acierta pero también a veces falla", comentó.
Fue un mal clásico para el artillero morado, desde que el réferi Jhóccer Molina lo amonestó en los primeros minutos.
Él asegura, sin embargo, que la tarjeta amarilla no lo limitó.
También debió sufrir un exceso en el rigor arbitral pues le señalaron numerosas faltas.
"Nunca me habían pitado tanto", afirmó con una sonrisa. Pero tampoco quiso ahondar mucho en el asunto.
"Habrá que ver el video para saber si todas esas jugadas realmente eran faltas", añadió.
El delantero tendrá muchas horas de avión para meditar sobre su gris participación en este clásico. Ayer mismo inició un largo viaje a Irán, como reemplazo del lesionado Paulo Wanchope en la Selección Mayor.
Le avisaron a última hora, en la propia mañana, que esta semana deberá jugar un partido al otro lado del mundo.
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